El desafortunado escrito del presidente de La Paca, en el que mostraba toda su desconfianza sobre mí, lo sentí como una nueva bofetada, esto hizo que mi pesimismo con respecto a la asociación por la que algunos tanto estábamos dando, volviese nuevamente a mis pensamientos, otra vez me planteé que esto no merecía la pena, que era mejor dejarlo.
Para mi estaba claro que la presión, que "los de siempre" y la junta directiva saliente estaban haciendo sobre el presidente y vicepresidente, estaba dando sus frutos. De otra manera no podía entender que después de lo demostrado por mi ante la propia Senadora y ellos, no confiasen en mi persona.
Por otra parte pensé que el desarrollo de la moción nos abría una oportunidad única de conseguir algo para el autocaravanismo y que esta acababa de empezar, también pensé que había dado mi palabra a la Sra., Chacón, de continuar ayudándola en lo que estuviese en mis manos y, por otra parte, también me daba coraje que en el colectivo autocaravanista no encontraba más que irresponsabilidad, los socios se la traían al pairo, y los directivos incomprensiblemente te salían "por los cerros de Úbeda".
Hablé con la Senadora y le comenté la situación por la que otra vez estaba pasando, nuevamente esta se enfadó mucho y me comentó,
"Vamos a ver Pedro, cada vez entiendo menos que es lo que pasa o lo que quiere esta gente, con mucho esfuerzo y contratiempos hemos logrado convencer a los Ministerios, a los grupos parlamentarios de la Cámara de Senado y al propio Gobierno para que dé orden de ejecutar los acuerdos y ahora resulta que a los únicos que no somos capaces de convencer es a los autocaravanistas, a los directamente beneficiados de nuestro esfuerzo, ¿pero en qué jaula de grillos nos hemos metido?, como esto continúe así lo mando todo a paseo, desde la labor que desempeño en la función pública tengo asuntos más importantes que resolver para colectivos que se lo merezcan más que este, arréglalo como puedas, pero así no se puede continuar el trabajo, necesitamos estar centrados en el y no en estas cosas".
Nuevamente mi moral estaba por los suelos, pensé en abandonar todo, lo único que me preocupaba era mi compromiso con la Senadora, pero ya me las arreglaría.
Con este panorama en el horizonte, el tesorero y un vocal de la nueva junta, Juan Rivera y Pedro Cerezo, sabedores de mi decisión de enviarlo todo a paseo, viajaron desde Extremadura lugar donde residían, hasta mi domicilio en Santander para tratar de convencerme que no abandonase.
Estuvieron todo el fin de semana, incluso se desplazaron acompañándome hasta el valle del Nalón en Asturias, a una salida de fin de semana organizada por el Club de autocaravanas Palencia del que era socio y había quedado, porque en principio estaba decidido a abandonar y los directivos no conseguían convencerme para mi continuación.
En el valle del Nalón llegamos a un acuerdo, yo continuaba con mis responsabilidades en la PACA, con una condición, no quería saber nada de los llamados "presidencia", que nombrasen un interlocutor y seguía adelante, dejando claro que en la primera de cambio que me demostrasen lo que hasta ahora me habían demostrado lo mandaba todo a paseo.
También quiero aclarar que antes de la recepción del desafortunado escrito, el presidente para elaborar el presupuesto me había ofrecido una cantidad económica para compensar mis gastos en el Senado, lo rechacé de inmediato, comentando que para llenar un depósito de combustible y comer un menú en Madrid, como mis compañeros y yo habíamos hecho hasta ahora, mi economía todavía llegaba.
Por mi parte y conforme a lo acordado, continué adelante con mi trabajo de atender en todo lo posible las demandas, que requería la Senadora. Reconozco que no fue una convivencia cómoda, no mantenía ninguna relación con la Presidencia y solo me comunicaba, con los extremeños, que eran al parecer quienes comenzaba a regir los destinos de la PACA.
Pedro Ansorena.
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