Hace ya algunos años que nuestros amigos de Cataluña José, Yolanda, David y Montse, en un viaje de fin de semana que realizamos en su agradable compañía por el Pirineo catalán. Nuestros anfitriones, nos hicieron conocer algunos de los bellos parajes de la comarca leridana de Ribagorza y entre ellos el espectacular valle de Boí y algunas de sus iglesias románicas.
El viaje realizado fue una grata sorpresa para nosotros ya que no conocíamos la zona y esta resultó ser todo un atractivo paisajístico, pero sobre todo la sorprendente cantidad y calidad de patrimonio románico, que ofrece la citada comarca. En aquella ocasión nos prometimos visitar esta zona con mas calma y disfrutar ampliamente de lo que sin duda alberga y nos ofrece la comarca leridana.
Por fin el pasado dia 7 de octubre, iniciamos el viaje desde Santander con destino al Pirineo catalán, en busca nuevamente de la buena impresión y sensaciones, que esta zona nos dejó en la primera visita que realizamos junto con nuestros amigos.
Partimos de Santander sin prisas al medio dia y decidimos viajar fuera de las autopistas. El dia se presentaba nublado con algunas lluvias y la meteorología presagiaba una caída de temperaturas y tiempo revuelto por el Pirineo, pero como nosotros en nuestros viajes ya estamos acostumbrados a estas cosas de los augurios meteorológicos, cumpliendo el dicho de "que nunca llovió que después no escampó" no le dimos más importancia al asunto y nos pusimos en marcha, circulando por Bilbao, continuando por el puerto de Barazar, donde la mañana otoñal comenzaba a dejarnos ver todo el esplendor de colorido que los bosque y la naturaleza nos ofrece en esta la época del año, proseguimos nuestro viaje por las inmediaciones de la ciudad de Vitoria, continuando ruta en dirección Navarra por el entorno de las sierras de Aralar y Urbasa, para llegar a Pamplona donde paramos a comer y descansar un rato.
Después de la comida y el descanso continuamos viaje por el entorno del pantano de Yesa, disfrutando el incomparable azul turquesa de sus aguas, percibiendo la gran falta de esta en el pantano y el bajo nivel de sus aguas después de la temporada estival, percibiendo tambien la falta del liquido elemento en el paisaje, el cual se mostraba ante nosotros bastante seco.
Continuamos viaje dirección a Huesca por el singular paisaje de "Los mayos de Riglos" y Ayerbe, impresionantes formaciones en paredes verticales de conglomerados, los cuales se mostraban ante nosotros como testigos de nuestra marcha por la serpenteante carretera, paisaje ya de por si de una extraordinaria belleza, pero que con la luz otoñal del atardecer se mostraba aun mas espléndido.
Con esta sensación y con la luz del dia ya tocando a su fin, como no teníamos ninguna prisa, nos paramos en la ciudad de Huesca para dar un paseo y, después de cenar, pasar la noche.
Huesca es una de esas ciudades que cuando uno viaja por ahí, después de algunas horas de conducir, siempre espera encontrar en su camino. La ciudad oscense es una ciudad pequeña y tranquila, que alberga en su seno el suficiente encanto, que invita a dar un paseo por ella y sentirse a gusto, la catedral, la plaza mayor y el callejear por las calles del casco antiguo, tomando algo en compañía de las exquisitas tapas que amablemente te ofrecen y te sirven los camareros, es más que suficiente atractivo para después retirarte a tu hogar móvil a descansar de un dia de viaje.
Aparcamiento pernocta, en el aparcamiento al lado de la sede de la cruz roja. N-42º08'30'' E-0º24'48''. Km. 425.
Pedro Ansorena y Senia Bonaechea.
Continuamos viaje dirección a Huesca por el singular paisaje de "Los mayos de Riglos" y Ayerbe, impresionantes formaciones en paredes verticales de conglomerados, los cuales se mostraban ante nosotros como testigos de nuestra marcha por la serpenteante carretera, paisaje ya de por si de una extraordinaria belleza, pero que con la luz otoñal del atardecer se mostraba aun mas espléndido.
Con esta sensación y con la luz del dia ya tocando a su fin, como no teníamos ninguna prisa, nos paramos en la ciudad de Huesca para dar un paseo y, después de cenar, pasar la noche.
Huesca es una de esas ciudades que cuando uno viaja por ahí, después de algunas horas de conducir, siempre espera encontrar en su camino. La ciudad oscense es una ciudad pequeña y tranquila, que alberga en su seno el suficiente encanto, que invita a dar un paseo por ella y sentirse a gusto, la catedral, la plaza mayor y el callejear por las calles del casco antiguo, tomando algo en compañía de las exquisitas tapas que amablemente te ofrecen y te sirven los camareros, es más que suficiente atractivo para después retirarte a tu hogar móvil a descansar de un dia de viaje.
Aparcamiento pernocta, en el aparcamiento al lado de la sede de la cruz roja. N-42º08'30'' E-0º24'48''. Km. 425.
Pedro Ansorena y Senia Bonaechea.
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