Creo que para tomar una idea lo más aproximado posible a la realidad de lo que ha ocurrido y hoy ocurre con el autocaravanismo en la capital cántabra quizás hay que retrotraerse en el tiempo al final del pasado siglo y el inicio de los años 2000.
Santander, la ciudad donde actualmente resido durante una buena parte del año y desde el año 1980, lógicamente es una ciudad que conozco bastante bien. La zona del Sardinero, es la zona donde más problemas hoy tienen las familias de autocaravanistas, que deciden visitar la ciudad y donde más acuden estos (a pesar de lo que algunos nos cuentan, cada vez se ven mas autocaravanas en Santander). El Sardinero precisamente es donde resido y por donde mi mujer y yo nos damos casi todos los días que podemos y nuestras obligaciones o la climatología nos lo permite nuestros largos paseos, por lo tanto conozco bien la zona, siendo fiel testigo desde hace los suficientes años para saber algunas de las cosas que han pasado y hoy pasan en el Sardinero, con respecto a las autocaravanas y otras actividades.
En el principio del 2000 la ciudad de Santander era un auténtico paraíso para la práctica del autocaravanismo, posiblemente debido a los indudables atractivos, sobre todo las playas, que posee esta ciudad del norte de nuestro país, las autocaravanas y caravanas se veían frecuentemente estacionadas en el entorno de este punto turístico de la ciudad, algunos ciudadanos utilizaban ese tipo de medios estacionados durante todo el verano y nadie absolutamente nadie les llamaba la atención. Había familias con caravanas, furgonetas o autocaravanas, provenientes estos en su mayoría de las regiones o provincias del interior limítrofes estas con la comunidad cántabra, que dejaban sus medios estacionados estos permanentemente, especialmente durante los meses estivales, en el Sardinero, utilizando su vehículo automóvil para desplazarse a sus trabajos y retornar a su aposento o asentamiento los fines de semana. al mismo tiempo, la situación de Santander también se estaba dando en algunos municipios costeros de la comunidad cántabra.
Aparentemente nadie les decía nada, a pesar de lo que algunos ciudadanos veíamos al pasear delante de los asentamientos. Por aquel entonces aun no había nacido la PACA, ni creo que nadie se había preocupado o se le había ocurrido divulgar entre los autocaravanistas el hoy divulgado "decálogo del buen autocaravanista", cada uno parecía que hacía a la buena de Dios lo que le venía en gana y las asociaciones campistas a las que algunos de estos pudieran pertenecer, como ya he comentado con anterioridad, no parecía que estas cosas les quitaban el sueño, lo suyo era el campismo.
La situación no se daba solo en el sardinero, en los escasos aparcamientos de la calle Marques de la Hermida y en el entorno del barrio pesquero, ocurría otro tanto de lo mismo, pero estos medios no eran de los visitantes a la ciudad, al parecer eran las caravanas, furgonetas y autocaravanas de algunos santanderinos, que estaban utilizando un espacio de aparcamiento público permanentemente y durante meses sin las rotaciones aconsejables u obligadas, o lo que es lo mismo se apropiaban de un espacio público para uso privado de estacionamiento y durante todos aquellos períodos que no utilizaban el medio o les venia bien.
Todo este panorama parece que se desarrollaba con normalidad, algunos que habíamos viajado fuera de nuestras fronteras y habíamos visto otras formas de comportamiento ciudadano, ya preveíamos que tarde o temprano la cosa iba a cambiar, lo que estaba sucediendo en la capital cántabra no se sostenía y no podía continuar por mucho tiempo. De repente y mas o menos por aquella época parece que el autocaravanismo en España comenzó a presentar un movimiento en alza, cada vez se veían mas vehículos de estos en Santander y no sé por qué, pero quizás por aquello de la frase "donde llegares haz lo que vieres" el desmadre era ya muy evidente y demasiado notable.
Estoy en condiciones de comentar que los primeros que comenzaron a denunciar el asunto, ante el espectáculo poco gratificante que se les servía todos los días debajo de las ventanas de sus domicilios, primero en los medios de comunicación regionales y después en la policía local con llamadas de teléfono, fueron los vecinos de Santander, especialmente los de la zona del Sardinero o de la plaza de Rubén Darío, una zona muy frecuentada por las autocaravanas y caravanas.
En el año 2002 comenzó la primera "redada" contra los autocaravanistas, furgones y caravanistas en la ciudad de Santander, con la colocación de las primeras señales, que creo han dado la vuelta a Europa con la divulgación en internet, la ya famosa señal ilegal con el pictograma de la autocaravana llevándosela la grúa y que os acompaño en la fotografía de este escrito.
Las primeras señales se colocaron en el aparcamiento del campo de futbol, luego estas, y en la media de que algunos se resistían a abandonar sus curiosos aposentos de verano, se colocaron en otras zonas de aparcamiento de la ciudad donde estos se iban desplazando, museo marítimo, el camello, palacio de festivales etc.
De momento la policía local parece que no sancionaba, al menos no tengo noticia de ello, sí alguna vez y dependiendo de qué zonas dejaba entre las raquetas de algún parabrisas algún boletín de denuncia, pero a estos parece que casualmente siempre les faltaba algún numero de la matrícula, por lo tanto la sanción era nula.
Con estos comentarios no intento justificar en ningún momento al ayuntamiento de Santander, ya que entiendo que si en la ciudad se ha dado la situación descrita, en buena medida son ellos y quienes hacen esas practicas, los principales culpables por no reprimir desde el inicio todos esos abusos y actos incívicos. La intención de estos comentarios es la de intentar llegar a la raíz del problema y darnos cuenta de cómo algunos comportamientos acentuados estos en el tiempo, por la dejadez y falta de rigor de quienes tienen la obligación de velar por que las cosas no se desmadren, nos ha llevado a que Santander posiblemente sea hoy una de las ciudades más restrictivas del viejo continente para estos medios de viaje y estancia.
Más adelante continuaré comentado este asunto.
Pedro Ansorena
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