martes, 11 de mayo de 2010

El comienzo del trabajo sobre los problemas de las autocaravanas en Santander.

Con la colocación de las primeras señales disuasorias contra las autocaravanas en Santander, comencé a intentar hacer algo. Hay que tener en cuenta que, por aquel entonces y como ya he comentado, los autocaravanistas no teníamos medios de representación adecuados, si emprendías algo en esto del autocaravanismo tenias que estar dispuesto a asumirlo tú solo, ya que no había asociaciones dispuestas a ello ni tampoco muchas personas implicadas en una causa como la que nos asiste, como tampoco había una cultura ni una documentación argumental a tu disposición, tampoco existían portales autocaravanistas como acpasión. com, lo que había era un portal campista solocamping.com, donde convivíamos todos, campistas y autocaravanistas, portal que en mi opinión luego se demostró cerrando que no era lo más adecuado.

En el inicio de mis pasos estos iban encaminados a tratar de ponerme en contacto con alguien del equipo de gobierno municipal santanderino para en primer lugar intentar explicarle de que iba esto del autocaravanismo, ya que en aquel momento pensaba y hoy aun pienso, que uno de los problemas que más nos perjudican, junto con las malas practicas de un medio y de otro, es precisamente el gran desconocimiento que hay sobre la actividad, encuadrandonos tanto la mayoría de los ciudadanos como sus representantes políticos, en el camping. Esta situación con el aumento de las autocaravanas, las personas implicadas y los medios de difusión a nuestro alcance hoy se va mejorando, pero aun así falta mucho para ir cambiando o mejorando.

Siendo consciente de esta situación y utilizando algunos contactos, que tengo con algunas personas activas en la política cántabra, conseguí mantener una conversación con el concejal de movilidad del ayuntamiento de Santander. Pero en la conversación percibí, que a  pesar de que yo le indicaba que en la situación creada por los autocaravanistas y caravanistas en Santander había otras formas de proceder que las de medir a todos por el mismo rasero, informando y documentando lo que se había hecho en algunos países de Europa para solucionar esto, que no había nada que hacer, que el concejal solo tenía en mente lo que había pasado en el Sardinero, no admitiendo en ningún momento que unos de los culpables precisamente eran ellos por no ser rigurosos con algunos comportamientos desde hace años, este argumentaba que no eran ellos quienes no querían a las autocaravanas si no los ciudadanos que les llamaban por teléfono frecuentemente, eso es cierto, pero no justifica sus decisiones, hay otra formas.

De esta entrevista y a pesar de no convencer al concejal, conociendo la idiosincrasia de algunos de los ciudadanos del sardinero, aprendí y me di cuenta que no era solo un problema de visión de los políticos municipales, que algunos de los peculiares vecinos del sardinero posiblemente votantes estos del partido que siempre ha gobernado el ayuntamiento santanderino, tenían mucho que ver en las decisiones que estos habían tomado y la imagen que durante años algunos irresponsables autocaravanistas, caravanistas o furgones, habían dejado en sus estancias en la capital cántabra, iba a costar mucho erradicarla.

No obstante continúe "dándoles la lata" en la prensa cántabra con algunas cartas al director que me publicaron y comentarios en alguna emisora de radio local, donde llegué a mantener un debate con el entonces alcalde Sr, Piñero, hasta que Vicente Díaz, uno de los fundadores de la entonces Plataforma de Autocaravanas de Asturias, enterado de mis escritos en la prensa de Cantabria me invitó a la marcha de la playa de Toró, donde los escasos 30 socios de la Plataforma Asturiana se reunieron en un restaurante para celebrar una asamblea de la recién creada plataforma reivindicativa asturiana . En esa asamblea fuimos invitados algunos compañeros de otras regiones, que habíamos acudido  a la marcha autocaravanista, en la misma me invitaron a comentar los problemas surgidos en Santander, cosa que acepté con mucho gusto, comentando también, junto con otras personas, que hacía falta una asociación nacional para solucionar estos asuntos, que ya por entonces y cada vez mas iban surgiendo.

Se abrió un debate donde los miembros de la JD proponían hacer plataformas en las regiones del norte y después unirlas con una federación, esta idea no cuajó pues algunos pensábamos que había que hacer algo para todo el país porque los problemas irían surgiendo en todas las regiones y no solo las del norte, animándoles a que, ya que ellos habían hecho una plataforma en Asturias, abriesen el proyecto a nacional, se miraron los recién creados estatutos haber si los mismos contemplaban esta posibilidad y se descubrió que SI. Al final se planteó por parte de los socios asturianos la propuesta de votar que la entonces Plataforma Asturiana se convirtiese en nacional, o no, y los socios votaron que SI. En ese preciso momento y en ese lugar de la playa de Toró nació la actual PACA (Plataforma de Autocaravanas Autónoma) de ámbito nacional. Inmediatamente ante esta decisión, tanto los compañeros, que habíamos sido invitados, como yo nos hicimos socios, asumiendo algunos de nosotros en ese mismo instante la delegación de algunas regiones, entre ellas la de Cantabria de la que me hice responsable.

Al poco tiempo y como continuación de lo que ya venía haciendo en Santander, envié una carta, esta vez como delegado de la PACA, dirigiéndome al alcalde de Santander presentando a la recién creada plataforma, solicitando día y hora para una entrevista.

La entrevista fue concedida y esta vez no acudí solo, me acompañaron los entonces presidente y vicepresidente de la PACA. No nos recibió el alcalde como habíamos solicitado, nos recibieron el concejal de movilidad y el jefe de la policía local. Desde luego que la entrevista fue de lo más desafortunado ya que el espacio donde nos recibieron parecía la antesala de un patíbulo, no había ni siquiera una mesa, nos sentamos unos frente a otros, en unas improvisadas sillas y desde el primer momento la tensión se palpaba por todas partes, después de dejarnos exponer la situación, que nos había llevado allí, con la cara seria y la más absoluta falta de amabilidad nos espetaron, que no había nada que hacer, que para eso teníamos el camping.

Pedro Ansorena.

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