viernes, 16 de marzo de 2012

Una opinión sobre la realidad actual en la que vivimos y con la que estoy totalmente de acuerdo.

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Crecepelos > Miguel L. Tejera Jordán
marzo 16, 2012 | Opinión.


En los cines de pueblo de mi niñez nunca faltaban las películas del oeste americano. Las había en color y en blanco y negro. Recuerdo a John Wayne, a Gary Cooper, o a los Cartwright de Bonanza, en TVE, por ejemplo. Y era sumamente frecuente que, en tales filmes, aparecieran no solo los matones de rigor, los sheriff y marshall, los militares vestidos de azul o gris, según pertenecieran los contendientes al norte o sur de la guerra civil de USA.


Pues bien, en tales películas casi siempre aparecían los vendedores de crecepelos. La gente de mi edad sin duda los recuerda: charlatanes de tres al cuarto que se subían a sus carretas para predicar las excelencias de tal o cual mejunje que, según juraban, hacían crecer el pelo al más calvo del lugar.


Tales charlatanes, vendedores de crecepelos, me recuerdan sobremanera a una buena parte de la clase política de este país, es decir, de España y de Canarias. Al igual que los embaucadores de las películas del oeste, nuestros políticos venden a diario promesas que saben de antemano que no pueden cumplir. Es más, saben que las tienen que incumplir. Como no subir impuestos que, de la noche a la mañana, suben por doquier. Como prometer empleo, que no aparece por ningún lado. Como vender brotes verdes que nunca asoman de debajo de la tierra. Como que no va a haber recortes en sanidad, educación o pensiones, para que se produzcan acto seguido.


Muchos políticos se comportan como los charlatanes del cine. Son verdaderos timadores que se aprovechan de los incautos que creen a pies juntillas en sus promesas. Tenemos políticos que son unos verdaderos majaderos, aprovechados, oportunistas y ventajistas. Casi todos se parecen en una cosa: su labia. Son parlanchines y presumen de una facundia y de un palique que confunde a las gentes. Actúan como bocazas, repartiendo pura palabrería. Parecen cotorras cada vez que van a un mitin o se reúnen con un colectivo de vecinos. Siempre los mismos cuentos, las mismas mentiras, los mismos engaños. Al igual que hacían los vendedores de crecepelos, se suben a las tarimas para tomarnos el pelo, para escenificar una farsa, la misma que les da votos una y otras vez. Embusteros, son verdaderos bribones que nos hacen caer en la trampa. Y así nos crece el pelo.


En las pasadas elecciones de mayo del año pasado prometieron el oro y el moro; en las de noviembre, el diamante y el rubí. En las autonómicas andaluzas y asturianas, andan todos corriendo tras los incautos para sumar votos que les instalen por otros cuatro años en el poder.


Pero a estas alturas de mi vida ya no me van los engaños. Ya no me trago sus peroratas, su cháchara, su parloteo. Solo conozco una verdad: dejan que los bancos le saquen la sangre a la gente hipotecada. Ni siquiera aprueban de una vez la dación en pago, para no enfadar a los poderosos del dinero. a los ciudadanos
Pero de las deudas de los clubes de fútbol ni se oye hablar. Ahí están la mayoría, endeudados hasta las pestañas, sin que nadie se atreva a ponerle el cascabel al gato. Que una familia se quede en la calle, o debajo de un puente, ¡qué más da! Que un equipo de primera o segunda deba millones, es cosa de todos los días.
En las próximas elecciones votaré en blanco. Se acabó regalarles mi decisión.


¡Ojalá toda España amaneciera en blanco después de una consulta electoral!"

Fuente de información: http://www.diariodeavisos.com/2012/03/16/opinion/crecepelos-miguel-l-tejera-jordan/

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