El pasado día 3 de Marzo participé de nuevo junto con un pequeño grupo en la 3ª ruta de senderismo del año, organizada por el AULA DE NATURALEZA del Ayuntamiento de Arona. La citada ruta de unos 12 km. que se desarrolló por los parajes de La montaña de Guaza y EL Malpaís de La Rasca y que YA HE PUBLICADO ALGO sobre ella en otras ocasiones en este blog. Es una de las rutas de senderismo que más he realizado en mis estancias invernales en Canarias, ya que esta se sitúa muy próxima a mi domicilio aquí y, por lo tanto, es una de las que por la proximidad y atractivo frecuento habitualmente para pasar el dia o para hacer un poco del tan necesario ejercicio. Por ello es una ruta que conozco bastante bien y en la que, conforme lo siento y lo he vivido, me voy a extender un poco más de lo habitual en tratar de contaros algunas cosas de ella.
Como también ya he comentado, no importa el haber recorrido una y mil veces un lugar, siempre resulta agradable repetir y uno encontrará suficientes motivos o atractivo para disfrutar, ya que por muchas veces que uno haya recorrido el territorio, éste nunca se vive igual, la época del año, el estado de la naturaleza, con más humedad o menos, el tiempo soleado, nublado o lluvioso etc, pero sobre todo la predisposición y el ánimo, en el que nos encontramos para recibir lo que se nos ofrece, son factores determinantes, que deciden que cada ruta, aunque ésta sea conocida, se vive de diferente forma y un motivo más que suficiente para que de nuevo nos animemos a recorrerla.
En este caso, a mi modo de ver, uno de los mayores atractivos del día, fue el aporte de las abundantes explicaciones y demostraciones prácticas sobre tan singular zona y sobre el terreno, ofrecido por los monitores de la ruta, Nicolás Trujillo y José Pedro Martín, de las cuales nuevamente aprendimos algunas cosas interesantes, que no sabíamos y que guardaremos en nuestro recuerdo.
Desde luego que después de haberme preocupado en conocer un poco la historia física y etnográfica de la zona por donde hemos caminado, sin duda, uno comprende que estamos ante uno de los lugares más singulares, no solo de Tenerife, sino quizás del archipiélago canario. El Domo y los Llanos de Guaza y el complejo de conos volcánicos del espacio natural de La Rasca, cuya valoración científica se acrecienta al albergar un hábitat natural en buen estado de conservación, desde el punto de vista geomorfológico, científico y paisajístico, son lugares de un valor incalculable.
Por último, hay que considerar que todo el sector dada su importancia arqueológica tiene además un valor cultural excepcional, lo que representa un enclave único que nos ofrece suficiente atractivo para pasar jornadas agradables.
Para obtener más información y poder ver la importancia de la zona, os aconsejo PULSAR ESTE ENLACE.
A las 8,30 de la mañana, como es habitual en este tipo de rutas, partimos desde el Centro Cultural de Los Cristianos, esta vez caminando, para iniciar el ascenso por el corto, pero empinado sendero que nos conduce por la parte alta del acantilado hasta las proximidades del paraje denominado como "las mesas de Guaza", desde donde se domina una extensa panorámica de las zonas turísticas de Los Cristianos, Las Américas y sus zonas de influencia.
En la mitad de la subida, el monitor Nicolás, desde lo alto, nos estuvo señalando, el antiguo enclave del puerto de Los Cristianos o muelle viejo, situado en una pequeña cala al resguardo de un espigón natural, explicando la importancia de este en el pasado, donde se desarrolló una importante actividad portuaria, como la carga de resinas procedentes de la zona de Vilaflor o el trasporte de la piedra de las canteras de Guaza etc. El puerto fue utilizado aproximadamente desde el S-XIV hasta principios del S-XX, cuando el hoy importante enclave turístico apenas era un pequeño asentamiento de pescadores y tierras de cultivo.
Tambien nos enseñaron algunas plantas y líquenes como el romero de mar o "la Orchilla" etc, este último un liquen productor excepcional de tinte, debido a su contenido en una sustancia especial propia de estas plantas, de color rojo, llamada orceína, por cuya causa ha sido explotado desde tiempo inmemorial con tal finalidad, especialmente para la obtención del preciado color púrpura de las vestimentas de Papas, Cardenales etc, que es lo que quizás más fama le ha dado.
Continuamos el sendero por la parte alta del acantilado, disfrutando siempre de excelentes vistas al mar atravesando algunos pequeños barrancos, deteniéndonos en unas canteras de piedra explotadas desde finales del S XVII, en donde con un rudo trabajo utilizando cuñas y cinceles, se extraían bloques y losas chasneras, con destino a algunas edificaciones de la isla y que a través del antiguo puerto, también eran trasportadas por barco a otros lugares y continentes como por ejemplo la Isla caribeña de Cuba, en cuya catedral, parece ser, que fue empleada piedra proveniente de las canteras de Guaza.
Así pasamos la mañana caminando por el sendero, descendiendo por el empinado sendero del acantilado que nos traslada al paseo marítimo en el núcleo turístico de El Palmar, en donde antes de rebasar este, realizamos una nueva parada para recibir las explicaciones sobre una planta llamada "servilleta o lechuga de mar", la cual estuvimos intentando catar los distintos sabores, que cada uno percibíamos al masticar sus tallos frescos, predominando el de la zanahoria. La llamada "lechuga de mar", según nos comentaron los monitores, al parecer es una planta comestible que se utilizaba en la isla y que también sirvió como alimento fresco a los navegantes, utilizada por estos, en sus travesías por mar, para combatir el tan temido escorbuto.
Dejamos atrás El Palmar y entramos en la reserva del Malpaís de la Rasca. El camino discurre cerca de la costa, atravesando las coladas basálticas o de los distintos materiales volcánicos recientes procedentes de los cuatro conos cercanos que nos describió muy bien José Pedro Martín: Montaña Aguzada, Montaña Grande o Gorda, Montaña Pardela y Montaña La Caraba.
La vegetación aunque condicionada y afectada por la tremenda sequía que afecta a Canarias, está dominada por las tabaibas y cardones, pero también podemos encontrar otras especies más habituadas al ambiente salino de la costa. Algunas de ellas como "la barrilla o escarcha", y "el vidrio", especie que según nos comentaron, se utilizaron en épocas pasadas para obtener sosa y elaborar gofio.
Realizamos una nueva parada junto al sendero y el mar, donde en unas formaciones planas de piroclastros o piedra pómez están excavadas unas pocitas cilíndricas o rectangulares, que al parecer servían para el secado de esta planta y también para la obtención de sal, donde nuevamente el monitor nos hizo una demostración práctica de la rápida respuesta que la naturaleza nos muestra al cambiar las adversas condiciones de supervivencia de esta, al verter agua sobre la sequedad una planta del denominado "vidrio" y esta devolvernos el favor, en forma de sonrisa, abriendo sus diminutas flores azuladas. Toda una sorpresa y una demostración más de lo generosa que ésta es cuando se la trata como merece.
Continuamos ruta con las sensaciones que nos ofrece un día totalmente despejado, con un sol que cada vez nos daba más de lleno y nos hacia sudar, al lado de un mar en calma que nos mostraba un color verde contrastado del blanco de los rompientes, la oscuridad de las lavas volcánicas de las orillas, el verdor de los cardones y los tonos rojizos de las cenizas de los conos que componen el paraje de La Rasca, presidido todo ello, desde la lejanía, por él en ese dia, despejado cono del volcán del Teide de más de 3700 mt. de altitud. Desde luego que con estas sensaciones acompañadas de la habitual armonía y alegría de los componentes del grupo senderista y que se vive en los senderos por Tenerife, uno no debe pedir más a la vida.
Continuamos ruta disfrutando de los restos de una primitivas construcciones cilíndricas de base de piedra y techumbre vegetal, de las que ya solo quedan sus bases, procedentes del mundo y vida de los aborígenes de la isla y que su uso ha sido reutilizado por las distintas poblaciones isleñas hasta recientemente, para la explotación de los recursos del marisqueo y la pesca, que ofrece el océano atlántico, como lo atestiguan los abundantes restos de concheros que uno se encuentra por la zona. Tambien existen restos de las construcciones de algunos hornos.
Al llegar a la altiva arquitectura de la construcción del faro de La Rasca, resaltada esta al estar situado sobre un escarpado saliente costero, aprovechando la comodidad de asiento que nos ofrece a los caminantes sólidos muros bajos construidos con piedra volcánica, realizamos una paradita para reponer fuerzas dando buena cuenta de "nuestra despensa", en la que por lo que pude comprobar, la de algunos y algunas, solo contenían rico chocolate del que como ya va siendo habitual nos ofrecieron, aunque para las apetencias y gustos del amigo Miguel, al parecer este, que era del puro, le resultaba un poco amargo.
Disfrutando de todas esas cosas, desde el faro continuamos por el sendero de la impresionante costa basáltica, lleno de pozos o piscinas naturales, iniciando el último tramo del dia que nos llevaría hasta la población turista de Las Galletas, punto final de la ruta y donde nos esperaba el autobús.
Todavía en el tramo que nos quedaba por recorrer, gracias a los conocimientos y las habilidades de José Pedro, pudimos disfrutar de otra de las maravilla que nos ofrece la madre naturaleza. Una trampa en la arena practicada por una larva llamada "hormiga león", donde caza y se nutre de cualquier insecto que quede atrapado en ella. "La hormiga león" se refiere a la larva, que vive en suelos arenosos y excava un hoyo en forma de embudo en cuyo fondo se esconde, dejando sobresalir sólo sus mandíbulas.
Una maravilla que pudimos admirar en la mano del monitor y ver con que habilidad se escondía en la arena.
Sobre las cuatro de la tarde llegamos a nuestro destino, en donde antes de tomar el autobús, terminamos en un bar, con la habitual alegría y armonía del grupo, dando buena cuenta de unas frescas cervecitas que en buena parte paliaron el calor soportado en la parte final de la ruta.
Agradecer a los monitores y participantes de la ruta el buen dia que hemos disfrutado juntos. Gracias amigos, espero encontraros en la próxima.
Pedro Ansorena.
Pedro Ansorena.
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