En días pasados hemos visitado la comarca de Las Merindades de la cual hemos quedado encantados, pero si hay otra comarca bien definida en tierras de Burgos, es ésta de la Bureba. Una extensa comarca situada al noreste de la Provincia, rica en paisajes, arte e historia, regada por múltiples arroyos y riachuelos que llevan sus aguas por el Homino y el Oca hacia el Ebro. Una “Castilla en miniatura”, donde es fácil encontrar sus raíces. La Bureba es una de las primeras comarcas históricas, que adquieren personalidad definitiva dentro del condado castellano.
Esta tierra formada en una gran llanura rodeada de altas elevaciones montañosas, donde los amplios y dilatados paisajes de la Castilla de las llanuras encuentran su fin como si les costara decir adiós antes de adentrarse en la montaña, todavía ofrecen en esta pequeña cuenca un escenario increíble lleno de imaginación.
Los paisajes, la arquitectura y el urbanismo popular de sus pueblos, las costumbres y tradiciones, la cultura y el patrimonio, sin duda, serán nuestros constantes compañeros de viaje por estas tierras durante esta corta escapada que acabamos de iniciar.
Una larga y peculiar ocupación histórica explica la fuerte personalidad que se percibe en su poblamiento, con abundantes núcleos, muy cercanos entre sí. Esta unidad territorial aparece como un lugar de asentamiento de los antiguos repobladores más que como un escenario bélico. La Bureba nace como entidad política, señorial y de frontera, con carácter subsidiario respecto a Castilla la Vieja.
El Condado de la Bureba sirvió para forjar los primeros lazos de unidad entre las tierras llanas y abiertas, situadas al sur del río Ebro, más allá del referente de los Montes Obarenes que constituyeron el límite de la primitiva área de expansión. Desde el siglo XII se define como una merindad, la Merindad de Bureba, superpuesta al condado, y se mantiene así hasta el siglo XVIII. Este vínculo unió a múltiples pueblos, en los que el determinativo “de Bureba” es un recuerdo de su pertenencia a esta merindad y convirtió a esta región en una entidad histórica con mucha personalidad.
Comenzamos nuestra primera jornada visitando el valle de Caderechas . El valle de Caderechas es una comarca situada en el NO de la Bureba, en el que la bonanza climática nos ofrece una rica y variada mezcla de bosques, plantaciones de frutales y valles fértiles y angostos configurando una zona de singular belleza.
Estos pueblos, que forman un conjunto geográfico entre el Valle de Valdivielso, los páramos de la Lora y la depresión de la Bureba, mantienen todo el sabor de antaño e invitan a la tranquilidad y al sosiego.
Quizás esta no es la época del año más apropiada o más afortunada para visitar esta bonita zona, que ya hemos visitado en otras ocasiones, pero en esta ocasión y en esta época del año es en la que hemos coincidido al volver por aquí. No hay duda que la primavera de Caderechas es un prodigio de colorido, especialmente coincidiendo con la floración de los abundantes cerezos: Río Quintanilla, Hozabejas, Rucandio, Huéspeda, Madrid de las Caderechas, Ojeda, Herrera de Caderechas, Quintanaopio, y Cantabrana forman un bello y recomendado circuito en el que perderse por unos días en su arquitectura popular, basada en la mezcla de entramados de madera con relleno de adobe y el uso de la piedra integrado perfectamente en el paisaje de sus valles y colinas y en lo destacado de sus huertas repletas de frutales de todo tipo.
Comenzamos la visita en el extremo oeste, en Escobados de Abajo, con la intención de visitar la ermita románica de Nuestra Señora de La Oliva.
El templo se encuentra en un alto dominando el paisaje, a la entrada del pueblo de Escobados de Abajo. En origen, fue una iglesia románica de construcción de sillar, de una sola nave, abovedada con cañón y seguramente rematada con ábside semicircular. Posteriormente, a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, se añadieron una capilla y la espadaña a los pies, ambas de trazas barrocas. De la primitiva construcción románica de mediados del siglo XII aun quedan tres tramos de nave de los que podemos disfrutar. N-42º44'32'' W-3º35'20''.
Hozabejas es una pequeña y hermosa localidad enclavada en el sorprendente Valle de Las Caderechas al cobijo de una impresionante pared vertical. Actualmente tiene unos 35 habitantes censados, que seguramente se convierten en muchos más al llegar las vacaciones de verano o cualquier fin de semana o fiesta, momentos que al igual que en la mayoría de los abundantes núcleos rurales de España aprovechan los hijos del pueblo para regresar a sus orígenes.
Entre la arquitectura popular destaca un bien conservado acueducto construido en el siglo XVII. Las cerezas y la manzana reineta del Valle son "las reinas de la huerta" y famosas por su extraordinaria calidad. Denominación de origen "Caderechas" mas información Pinchar aquí
Hozabejas y su singular entorno paisajístico, constituye un bello paraje natural que aparece ante el viajero como una agradable y sorprendente transición de las amplias llanuras cerealistas de La Bureba a los angostos y accidentados valles, que alternan el rico y frondoso bosque con el variopinto arbolado frutal de cerezos, manzanos, perales, ciruelos etc.Resulta curioso ver al principio del otoño entre las huertas de diversos frutales, algunos cerezos, llenos del suculento y apetecible fruto de época primaveral. La respuesta a nuestra curiosidad nos la aclaro amablemente un paisano de la zona al explicarnos que esta situación es el resultado de un concienzudo estudio en la práctica de injertos de cerezos en diversos patrones de arbustos y árboles silvestres de la zona.
Río Quintanilla, Iglesia románica de San Celedonio y San Emeterio, de finales del siglo XI-XII construida en toba y recientemente restaurada.
Torre Medieval que data del siglo XV, aunque parece ser que perteneció a un castillo anterior, posiblemente del siglo VIII. La diferencia de materiales en sus muros parece apuntar a varias reconstrucciones. También restaurada recientemente. N-42º43'31'' W-3º30'21''.
La villa de Salas de Bureba denominada también "la capital de la cereza", por la celebración todos los años el primero de julio, de "la fiesta de la cereza". Es una villa con ayuntamiento que pertenece al partido judicial de la también denominada "la capital de la Bureba" Briviesca, de la que dista 16 kilómetros. Al oeste de la villa se encuentra la ermita en ruinas de Santa Cruz, de la que procede la Virgen bizantina que se conserva en la iglesia parroquial; posee la villa otras dos ermitas que son la del Cristo Ecce Homo y la de la Virgen de la Portería, una torre antigua y una arquitectura de casas blasonadas bastante singular. Sus vecinos viven de la producción agrícola, en la que destacan los cereales, legumbres, frutas, lino, cáñamo y vino chacolí; cría también ganado lanar, mular, cabrío y vacuno; y se alimenta también de la caza y de la pesca.
La pintoresca villa medieval de Poza de la Sal se asienta en el borde del páramo que delimita la Bureba por el oeste. Su desarrollo histórico va íntimamente unido a su principal fuente económica hoy desaparecida: la explotación de la sal trabajada ya en época romana.
El visitante no debe eludir un recorrido por el apretado y empinado entramado de sus calles empedradas de fuerte sabor medieval. Debe visitarse el conjunto de las salinas iniciando el itinerario en la antigua Casa de Administración de las Salinas del siglo XVIII que alberga el Centro de Interpretación de las Salinas. Los edificios de interés son la Iglesia de San Cosme y San Damián, gótica con portada barroca en la que destacan los retablos de su interior. El Ayuntamiento, edificio del siglo XVI; el Arco Conjuradero, puerta principal de la villa; la Puerta Alta; la Plaza Nueva; los restos de la muralla y el imponente Castillo de los Rojas al cual podemos acceder hasta su aparcamiento con nuestra autocaravana y desde donde se aprecia a nuestros pies una magnifica panorámica de la imponente llanura de la Bureba, del casco urbano como de todo el amplio conjunto de las salinas.
Poza de la Sal, es la villa que vio nacer al reconocido y malogrado naturalista Félix Rodríguez de Lafuente, donde aún se conserva la casa familiar en muy buen estado y donde hay varias placas de reconocimiento a su merecida labor en pos de la naturaleza.
Aparcamiento del castillo. N-42º39'59'' W-3º20'21''.
Aparcamiento de Las Salinas. N-42º40'04'' W-3º30'11''.
Segunda jornada.
Hemos dormido moderadamente ya que en el pueblo estaban de fiesta y hasta una hora prudente había un poco de ruido, pero mereció la pena el sitio ya que también nosotros nos sumamos a la fiesta junto con los vecinos y ya se sabe que esas cosas a veces merecen la pena.
A media mañana continuamos ruta dirección Pino de Bureba con la intención de ver su iglesia románica.
La iglesia parroquial de San Martin Obispos se encuentra situada en la parte más alta del pueblo subiendo recto 300 Mt. por la calle principal; es románica levantada en mampostería y sillarejo, cuya planta se ha convertido en cruz latina.
La cabecera es lo más original del templo; está rematada interiormente en ábside semicircular y poligonal en el exterior. En el tercio inferior hay unas insólitas arcadas ciegas separadas por columnas entrega. En el lienzo central se abre una ventana que, por sus dimensiones y ornamentación, semeja a una portada. La componen una serie de arcos de medio punto, concéntricos –el guardapolvo realzado con puntas de diamante-, que apean sobre columnas cilíndricas de capiteles labrados. El alero queda realzado con variedad de canecillos y el abilletado de la cornisa.
La portada se abre al sur y es abocinada; tres amplias arquivoltas de medio punto se ornamentan con bocelones y motivos geométricos. Apean en columnas cilíndricas acodilladas con jambas cuya arista, matada a bocel, semeja otra columnita intercalada. Los capiteles se adornan con tema vegetal y aunque no es muy buena su labra, son esbeltos.
Esta sencilla pero bonita iglesia románica merece una atención especial por la originalidad arquitectónica del ábside. Los elementos escultóricos son sencillos y la calidad de su labra poco cuidada, incluso tosca. Pudo haberse ejecutado en el último tercio del siglo XII. N-42º42'20'' W-3º25'55''.
La iglesia parroquial de Santa Cecilia de Hermosilla constituye lo más llamativo del lugar. En las dimensiones del ábside se nota que esta iglesia en sus inicios fue concebida con una mayor planta y dimensiones de lo que aparentemente presenta. Ha sufrido varias transformaciones y hoy se nos presenta con planta de cruz latina. Del primitivo templo románico queda un ábside precioso y perfectamente integrado en la construcción actual. Es uno de los ábsides modélico de la comarca de La Bureba: sección recta y semicircular de menor diámetro y alta de excelente sillería, dos columnas entrega dividiendo el tambor en tres calles, una imposta –con la misma moldura que la cornisa- recorriendo la cabecera y cinco ventanas sobre ella.
Las cinco arcadas constituyen uno de los elementos más interesantes de la obra. El arco de medio punto descarga sobre esbeltas columnas con capiteles bien labrados.
En el interior la estructura del presbiterio sigue las pautas generales. Un arco triunfal, apuntado, da paso a la sección recta y la capilla absidal. Ésta como en el exterior, queda dividida en tres paños por dos columnas entrega. Un par de cenefas, más la del pódium, lo seccionan horizontalmente. Las ventanas son muy abocinadas, y con derrame interior.
La iconografía es más selectiva. Se puede datar la construcción de la obra en el último tercio del siglo XII.
A la salida de la villa, junto a la carretera, se levanta la cabecera de la ermita de San Facundo (San Fagún). Es una de las más curiosas del románico burebano.
Se trata de un ábside levantado con piedra de sillería y compuesto por la sección recta y semicircular. Dispone de una espectacular espadaña de buena factura, que descansa sobre el arco triunfal. Interiormente hay un par de ventanas con arcos polilobulados y dos impostas.
Se sustenta en un pódium y dos haces de triple columna –la central más gruesa que las laterales- dividen el tambor en tres paños; una destacada imposta lo recorre al pie de las ventanas. Las arcadas, una en el testero y otra en el muro sur, encuadran aspilleras; y el amplio arco de descarga apea en sendas columnas con capiteles labrados. Los canecillos del alero y los capiteles de las columnas están labrados. Domina la ornamentación arquitectónica. Es del último tercio del siglo XII. N-42º39'04'' W-3º23'51''.
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Navas de Bureba; es de excelente sillería de piedra arenisca y que conserva casi íntegra su construcción románica, aunque con añadidos posteriores. La visita exterior está encaminada a la cabecera que, pese a que se ha elevado un poco, conserva visible su estructura original. Se sustenta sobre un recio “pódium” y dos haces de columnas cilíndricas dividen la sección semicircular en tres paños. La sección recta es de mayor diámetro y se salva con un codillo prismático.
En el testero hay una ventana monumental de interés arquitectónico y ornamental. Otra similar aparece en la sección recta del sur. Presentan doble arco polibulado y apean en sendas columnas cilíndricas con capiteles. Mayor interés despiertan algunos canecillos con bustos peculiares de animales y humanos.
La portada se abre al mediodía, bajo una torre románica; un enorme arco, daba acceso a la portada. Es muy abocinada. Las seis arquivoltas descansan sobre la imposta muy destacada y columnas cilíndricas con capiteles decorados. Pudo concluirse la edificación a comienzos del siglo XIII.
Iglesia de San Andrés de Soto de Bureba. Según la inscripción del intradós de un arco, Pedro Ega y Juan Míguélez fueron los maestros que levantaron este soberbio monumento del románico rural en el año 1174.
El ábside va sobre un elevado “pódium” y lleva dos haces de triple columna para fraccionar el tambor en tres paños. En el testero destaca una ventana de singular esbeltez y capiteles bellamente decorados.
La portada es lo más llamativo y de mayor interés. Va incrustada en un muro adicional que se eleva hasta el alero. Consta de tres arquivoltas y el correspondiente guardapolvo realzado por un soberbio zarcillo de meticulosa ejecución. Voltean sobre columnas acodilladas, de fuste cilíndrico muy esbelto y capiteles decorados con escenas de guerreros y animales afrontados. La profusión de figuras y relieves de las arquivoltas se reparten tanto longitudinal como transversalmente. Parte de esta obra pudo haber sido elaborada en las décadas centrales del siglo XII. N-42º40'33'' W-3º17'43''.
Iglesia barroca de Cubo de Bureba, con una torre muy esbelta y profusamente decorada. En el año 1065, Cubo de Bureba aparece ya citado en documentos de San Millán de la Cogolla.
Bueno... como el día ya no daba para más nos acercamos hasta Briviesca, la llamada capital de la comarca burgalesa de La Bureba que estamos visitando, con la intención de pasar la noche.
El nombre de Briviesca procede del emplazamiento romano de "Virovesca" que se localizaba en un cerro lejano llamado de San Juan.
Este núcleo se desplazó a la actual ubicación en la Edad Media. Probablemente, el hecho más significativo de la historia de Briviesca es la celebración de cortes por parte de Juan I, en que estableció el título de "Príncipe de Asturias" para los herederos de la Corona de Castilla.
Briviesca llama la atención por ser uno de los núcleos de mayor pujanza y población de Burgos. También lo hace por su cuidado casco histórico, repleto de buenos monumentos distribuidos a lo largo y ancho de un entramado de calles de perfecta disposición ortogonal.
En Briviesca hay que visitar la iglesia colegial de Santa María, la iglesia de San Martín, el Convento de Santa Clara. Algo más lejos, tenemos el Santuario de Santa Casilda.
Además, cualquier ruta que emprendamos desde Briviesca tiene el aliciente añadido de llevarnos a pequeñas aldeas con un románico rural de gran calidad arquitectónica y escultórica.
Tercer día.
El lugar que hemos elegido para pasar la noche es el aparcamiento de la plaza de toros y el campo de futbol, un lugar muy tranquilo en el que hemos pasado la noche estupendamente.
Como estamos próximos a la ciudad de Burgos, hemos pensado que no nos podemos marchar sin aprovechar la ocasión para visitar a nuestros amigos Consuelo y Juanjo, que viven en la ciudad, así que ponemos rumbo a la ciudad del Arlanzón, pero antes y en el camino aun tenemos que visitar un par de cosas.
A pocos kilómetros de Briviesca, en nuestro camino desviándonos por una carretera local se encuentra el pequeño pueblo de Valdazo. La iglesia de este pueblo es una de las más originales de la Bureba y de las más complejas, con la virtud adicional de conservarse completa y sin excesivos añadidos.
Se trata de una construcción románica de una nave con ábside y torre sobre el crucero. Al sur se levanta la portada, de grandes dimensiones, cubierta por un pórtico gótico temprano que se integra perfectamente en el conjunto. También se levanta una torre románica con ventanales y capiteles. El conjunto resulta muy equilibrado y de una construcción de calidad, abovedada por completo y de buena sillería.
La ermita románica de Santa María del valle en el Monasterio de Rodilla es un monumento sobrio como el lugar donde se asienta. Aunque hemos consultado algunos textos, de la historia del templo poco se sabe, como viene siendo habitual, parece ser que se construyó el templo por orden de Alfonso VIII al Abad de Oña don Pedro Sánchez y comenzó a erigirse en el año 1.187 y terminándose entre 1.223 y 1.237.
Cabe la posibilidad que con anterioridad al templo actual, hubo un monasterio del que poco o nada se sabe, quizás fue por ello por lo que Alfonso VIII mandó construir un templo en ese preciso lugar, dependiente de Oña tuvo cierta importancia en la época.
Realmente el entorno luce una belleza castellana digna de contemplar, enormes árboles que cubren una esplendida área de recreo, río y grandes montañas que lo protegen.
La imponente construcción románica de planta de nave única con tres tramos ábside semicircular que forma tres arquerías apoyadas en dos simuladas columnas y que terminan en el tramo recto correspondiente al presbiterio, torre sobre el falso crucero central y con husillo adjunto al lado meridional, alcanzando el mismo los quince metros. El husillo cobija la escalera de caracol que nos permite subir a la maciza torre, que se remata con cúpula semiesférica anillada con pequeña imposta de puntas de diamante y por canecillos. La torre presenta dos cuerpos, el primero culminado por imposta y el superior formado por dos ventanas de arco de medio punto a cada lado y unidas entre ellas por una pequeña imposta, en medio de las ventanas podemos ver en el lado sur un San Miguel y en el lado norte la Virgen entronizada con el niño.
Como ya no disponemos de más tiempo y tenemos que acercarnos hasta Burgos para ver a nuestros amigos, con los que hemos quedado por teléfono, que mejor lugar que este, la preciosa ermita de Nuestra Señora del Valle, para despedir nuestro corto pero inolvidable paseo por una parte del abundante patrimonio de la Bureba.
Pedro Ansorena y Senia Bonaechea.
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