lunes, 1 de abril de 2013

"Ellos y nosotros".


"El frentismo está servido ante políticos que consideran que protestar es antidemocrático".

"El frentismo está de vuelta. Se percibe de manera especial en ese nuevo fenómeno llamado escrache, las protestas de los activistas contra los abusos hipotecarios, consistentes en acosar (sin violencia) a los dirigentes del partido gobernante, que se resiste, una vez más, a atender las demandas sociales. Ya se sabe que los políticos tienen una piel muy fina cuando son ellos los interpelados.

 Recuérdese al Gobierno catalán aterrizando en el parlamento en helicóptero para evitar al gentío o a los diputados, nerviosos ante el movimiento Rodea el Congreso. Ahora, el escrache ha vuelto a ofenderles. “Es una actitud absolutamente antidemocrática”, ha llegado a decir la diputada popular Beatriz Rodríguez Salmones.

Vivimos tiempos turbulentos en los que empiezan a tambalearse los principios sobre los que se sostenían nuestra convivencia democrática. Los partidos conservadores, hegemónicos en Europa y España, se han lanzado en tromba hacia una obsesiva ortodoxia económica que está empobreciendo a la población a ritmo acelerado. Y para defender los intereses del sistema financiero, convertido ya sin tapujos en su auténtico amo, no dudan en cargar el peso de los sacrificios en los electores, seguros, quizá, de que estos no tendrán muchas más opciones de cambiar el rumbo de las cosas ante las próximas citas electorales.

700.000 afectados por las preferentes están viendo cómo pierden parte de sus ahorros, casi 200.000 personas y/o familias están comprobando cómo pierden su vivienda (o su nave o su segunda residencia) quedando endeudados casi de por vida por culpa de unos contratos ilegales que vulneran la legislación europea y millones de depositantes temen que, en cualquier momento, también ellos (como los chipriotas) se vean obligado a una quita y pierdan parte de sus ahorros para salvar a las entidades financieras que tanto dinero ganaron y gastaron en beneficio de sus directivos y accionistas.

No es grave que los políticos tengan la piel muy fina. Lo grave es que no estén a la altura de las circunstancias y, sobre todo, que no velen por los intereses de la gente. Aún esperan los españoles una explicación convincente acerca de aquel bochornoso acuerdo del Eurogrupo de la madrugada del sábado 16 de marzo consistente en arrebatar a todos los depositantes chipriotas, sin distinción de renta, una parte de su dinero. ¿Cómo pudo el ministro Luis de Guindos, representante de un país sangrado por el paro y la desigualdad, apoyar dicho acuerdo? En términos generales, es legítimo preguntarse qué es exactamente lo que defienden los políticos españoles en Bruselas, que es donde se trazan las grandes líneas económicas. Cabe preguntarse por qué callan tanto (somos el cuarto país de la eurozona, la quinta economía de la UE) y por qué solo se movilizan por el rescate bancario y por conseguir un poco más de tiempo para equilibrar las cuentas públicas.

En sentido contrario, sí parece evidente lo que algunos políticos pretenden de la población: que sufra calladamente. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca lograron casi 1,5 millones de firmas para que se cambie el marco jurídico español (declarado ilegal por el Tribunal de Justicia de la UE) y se acepte la dación en pago. El PP está dispuesto a aceptar ciertas mejoras a la situación actual, lo que no es muy difícil, pero se niega a admitir los cambios que pondrían en pie de igualdad a las entidades de crédito con sus consumidores (los que piden dicho crédito). Pero protestar por todo ello es “profundamente antidemocrático”.

Por el bien de nuestras democracias, más bien habría que decir que menos mal que existen estos movimientos sociales que convulsionan el tranquilo discurrir del trabajo de nuestros políticos. Quizá sus acciones resulten tan disuasorias que estos decidan abandonar la política y dejar sitio a los profesionales de verdad, a los que consideran que su trabajo es defender los intereses de sus representados y a los que, cuando se vean acosados por sus decisiones, mediten acerca de ellas y no se rasguen las vestiduras por el ataque a las instituciones que ellos gestionan por considerar que se ataca a la soberanía nacional. La deshonestidad de muchos en el uso de tan rimbombantes conceptos es una herida más para la convivencia colectiva.

Ellos, esos malos profesionales de la política, son los que se están distinguiendo del resto; de nosotros. Necesitamos políticos de verdad".

Gabriela Cañas.

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1 comentario:

elviajerosinprisa dijo...

"Chapeau" y gracias por publicarlo.
Uno no encuentra palabras, menos mal que todavía queda gente capacitada para decir las cosas como son.
Un cordial saludo

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