El archipiélago canario por mucho que creas que lo conoces este siempre te sorprende. Con este pensamiento este pasado fin de semana, teniendo en cuenta que el tiempo estaba muy despejado, decidimos hacer una ruta por una parte de la isla de Tenerife, que ya conocíamos de otras veces, sin prever lo que la madre naturaleza de esta isla afortunada nos iba a ofrecer de nuevo.
Así fué, quien iba a pensar que en la mitad del mes de enero la sorprendente isla nos iba a obsequiar con un manto de floración del que nosotros estamos acostumbrados a disfrutar en el norte de la península ibérica en el mes de marzo.
Después de recorrer algunos parajes conocidos, disfrutando del abundante y variado paisaje de Tenerife, al llegar la tarde y cuando nos trasladábamos desde Santiago del Teide a la población de Arguayo, para desde ésta continuar hasta el sur, saltó la sorpresa, todo un manto de color se presentaba ante nuestros incrédulos ojos, la eclosión en la floración de los almendros estaba en su máximo esplendor. Toda una maravilla de la que disfrutamos y que también queremos trasmitiros por medio de unas imágenes a todos vosotros.
Después de recorrer algunos parajes conocidos, disfrutando del abundante y variado paisaje de Tenerife, al llegar la tarde y cuando nos trasladábamos desde Santiago del Teide a la población de Arguayo, para desde ésta continuar hasta el sur, saltó la sorpresa, todo un manto de color se presentaba ante nuestros incrédulos ojos, la eclosión en la floración de los almendros estaba en su máximo esplendor. Toda una maravilla de la que disfrutamos y que también queremos trasmitiros por medio de unas imágenes a todos vosotros.
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Pedro Ansorena y Senia Bonaechea.
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