lunes, 8 de septiembre de 2025

✅ Reflexiones tras un viaje en autocaravana por Galicia.

A lo largo de los años, mi mujer Senia y yo hemos recorrido muchos kilómetros en autocaravana, tanto por España como por otros países. Da igual que un viaje dure varios meses o, como en esta ocasión, solo diez días: siempre deja sensaciones diversas que, de regreso en casa, invitan a la reflexión.

Para nosotros, el viaje en sí mismo ya es motivo suficiente para ponernos en marcha. No solemos preparar demasiado las rutas y, con frecuencia, decidimos sobre la marcha hacia dónde ir, según el clima u otros imprevistos. Eso sí: tras tanto tiempo viajando, ocurre que vayamos donde vayamos casi siempre encontramos lugares ya conocidos. Pero no importa: aunque repitas destinos, la luz, el estado de ánimo o los pequeños detalles hacen que cada visita sea diferente.

  Galicia tras el verano

Este verano, recién terminado agosto, decidimos huir del calor de la meseta y dirigirnos al oeste, hacia Galicia. Visitamos las cuatro capitales gallegas y, sobre la marcha, también otros lugares que nos atrajeron.

Fue un acierto: pasada la masificación turística de julio y agosto, Galicia se disfruta de otra manera, con más calma y sin aglomeraciones, apreciando mejor su cultura, su patrimonio, sus paisajes, tradiciones y, por supuesto, su gastronomía.

Las áreas de autocaravanas en Galicia

En este periplo hemos utilizado sobre todo la buena red de áreas de autocaravanas que existen en Galicia, gracias al esfuerzo altruista de compañeros autocaravanistas —especialmente de la asociación AGA—, aunque también hemos recurrido a aparcamientos públicos, empleando las áreas principalmente para los servicios.

No hemos tenido problemas ni contratiempos, pero sí hemos observado comportamientos poco adecuados.

Cuando las áreas no se usan como o por quién deberían

En algunas ciudades, como Pontevedra, las áreas resultan claramente insuficientes para el flujo de autocaravanas que llega. A ello se suma la ocupación indebida por vehículos sin homologar (coches o furgonetas con un colchón), que restan espacio a quienes para los que realmente han sido creadas.

Regular el uso correcto de estas instalaciones no nos corresponde a los autocaravanistas: debería ser labor de la autoridad competente. Pero si no se ejerce ese control, el futuro de las áreas se complica.

El problema es que esos vehículos, al no estar preparados para ser habitados, aparte de algunos problemas con la higiene, tienden a sacar enseres al exterior y “acampar”, una práctica prohibida. Y, lamentablemente, no solo lo hacen ellos: algunos autocaravanistas también abusan del espacio, sobre todo viajando en grupo, montando los llamados “corralitos” que ocupan más de lo que les corresponde.

Una conclusión necesaria

Aunque estos comportamientos no son la norma, sí resultan llamativos y preocupantes. Si aumentan, acabarán perjudicando a todo el colectivo.

Por eso, quizá el futuro reivindicativo debería orientarse menos a multiplicar áreas de servicio y estancia —que a veces, por falta de control, acaban fomentando los abusos— y más hacia la creación de puntos de servicio o puntos ecológicos, junto con el derecho a aparcar nuestras autocaravanas como cualquier otro vehículo allí donde nos lleve el viaje.

Viajar, mucho más que desplazarse

Más allá de estas reflexiones, viajar en autocaravana sigue siendo para nosotros un auténtico placer: conocer lugares, reencontrarse con amigos, descubrir gentes y culturas, aprender cosas nuevas…

En definitiva, ampliar horizontes y disfrutar de la vida en plenitud. Viajar no solo te ofrece la oportunidad de contemplar paisajes únicos, sino que aporta beneficios a tu salud mental, a tu estado emocional y a tu capacidad de empatía.

✍️ Pedro Ansorena Antón.



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