A pesar de todo el camino recorrido durante años de trabajo para situar al autocaravanismo en el lugar que creo que le corresponde, todavía hoy nos encontramos con muchas personas —tanto en nuestro entorno cercano como fuera de él— que, desconociendo o sin reparar en lo que realmente es una autocaravana y para qué sirve, la ubican en categorías que poco o nada tienen que ver con su verdadera naturaleza.
Se da la paradoja de que, cuando comentas a alguien que viajas en autocaravana, a menudo no saben de qué hablas. Su primera reacción es imaginar una caravana y, automáticamente, asociarla con el camping. Esta percepción no es casual: es lo que habitualmente oyen o leen en los medios de comunicación y, a veces, también en boca de algunos autocaravanistas que, por costumbre o comodidad, llaman “caravana” a su autocaravana.
En Europa en algunos países la cuestión terminológica está más definida. En Italia se habla de camper, en buena parte del continente de mobilhome, en Francia lo contrario, el colmo de la deformación conceptual: camping-car. Y, sin embargo, en esos países la sociedad parece más receptiva o menos prejuiciosa con las nuevas formas de viajar. La confusión de nombres no genera allí tantos problemas como en España, donde las palabras pesan más, moldean percepciones sociales y acaban influyendo en la forma en que buena parte de la ciudadanía y de las administraciones públicas nos ven y nos tratan.
✅Consecuencias de no llamar a las cosas por su nombre
Cualquiera que observe el panorama del autocaravanismo español, sea usuario o no, se dará cuenta de la gran confusión existente sobre qué es realmente una autocaravana, cuál es su concepto y con qué fin ha sido diseñada y homologada.
El término “autocaravana” no es una ocurrencia ni una moda. Es un vehículo homologado por el Estado, definido y aprobado en sesiones parlamentarias y recogido hasta en cuatro ocasiones en el Diario de Sesiones de las Cortes Generales, uno de los lugares en donde reside el alto poder legislativo: 👉 Ver documento. Pag. 25. Y allí no se define nada más que con el nombre de autocaravana y actividad autocaravanista.
Además, figura en el Reglamento General de Circulación, cuyo anexo de definiciones clasifica la autocaravana como vehículo construido con propósito especial, incluyendo alojamiento vivienda y con asientos para sus ocupantes. Y en la ficha técnica de cualquier autocaravana aparece claramente como Vehículo vivienda, códigos 2448 o 3248...........
A pesar de esta definición inequívoca, todavía hay quienes la llaman “caravana”, y a su actividad “caravaning”, “campismo”, “albergue móvil” o “alojamiento turístico al aire libre”......
Ante tanta confusión, no resulta extraño que, aun con la legalidad que nos ampara —desde los debates parlamentarios aprobados, hasta documentos como la instrucción de tráfico PROT 2023/14 👉 Ver instrucción unos nos quieren enviar directamente al camping. Otros, en cambio, nos sitúan en categorías tan dispares como el circo, el mercadillo o el mundo romaní.
A veces incluso se nos cuelga el sambenito de “gente rara que anda por ahí en vehículos que no gustan, o interrumpen molestando y quitando aparcamientos a los coches”, personas a las que “hay que mantener a raya” y que se deberían de expulsar del espacio urbano o “irse al camping”. Esto provoca situaciones absurdas, como la que viví personalmente: un vecino, al ver de noche una autocaravana estacionada con personas dentro en un aparcamiento público, llamó a la policía convencido de estar actuando como un buen ciudadano frente a un “acto incívico”.
✅ La confusión que alimentamos los propios autocaravanistas
No podemos ignorar que, en ocasiones, los propios autocaravanistas contribuimos a esta desinformación. Muchas veces, quizá por abreviar o por no dar la importancia que merece el lenguaje, llamamos “caravana” a nuestra autocaravana. Ese pequeño gesto, aparentemente inofensivo, no hace más que reforzar la confusión y alimentar el desconocimiento generalizado sobre quiénes somos y qué hacemos.
Conviene subrayarlo: una caravana es un remolque, con derechos y obligaciones distintos. Sin animo de desprecio a nada ni a nadie, una autocaravana es otra cosa.
✅La autocaravana: un vehículo, no un alojamiento turístico
Conviene recordarlo con claridad: una autocaravana no es ni una caravana, ni un turismo, ni un camping-car, ni un albergue móvil, ni un alojamiento turístico.
Es, por encima de todo, un vehículo a motor. En su ficha técnica figura como vehículo vivienda, y esa es su verdadera naturaleza: un medio de transporte que proporciona movilidad en viaje y alojamiento en destino. Nada más, y nada menos.
Su uso es tan variado como el de cualquier otro vehículo: desplazarse para hacer turismo o disfrutar del tiempo libre, asistir a un espectáculo, visitar a familiares o amigos, acudir al trabajo… Y, además, permite comer, dormir, usar el aseo, leer un libro, ver la televisión o simplemente mirar por la ventana, con el derecho indiscutible a estacionar en cualquier lugar permitido sin interrumpir la circulación ni la maniobra de otros vehículos.
Lo curioso es que en esto no difiere de otros medios de transporte que también ofrecen comodidad durante el viaje: camiones, autobuses, barcos, trenes o aviones. Todos ellos cuentan con literas, camas, aseos, cafeterías o comedores, y nadie piensa que sean “alojamientos turísticos” ni que compitan con hoteles, pensiones o campings. Cada uno cumple su función. Y a nadie se le ocurre quitárselos de en medio enviando al camping.
✅ Una mirada a Europa
En Europa los nombres cambian, pero la integración social es distinta. En Italia el término camper se acepta con naturalidad; en Francia se utiliza camping-car sin que ello suponga problemas legales ni limitaciones indebidas; y en Alemania se habla de Wohnmobil (vehículo vivienda) con absoluta normalidad.
La diferencia es que allí, pese a la diversidad terminológica, la sociedad y la administración tienen claro de qué se trata. En España, en cambio, la falta de claridad en el lenguaje alimenta la confusión, los prejuicios de muchos ciudadanos y, lo que es más grave, los de algunos responsables públicos, hace que la autocaravana y su actividad a pesar de lo evidente no acabe de encajar en nuestra sociedad como se merece.
✅Conclusión: llamar a las cosas por su nombre
Si aceptamos y repetimos denominaciones equivocadas, reforzamos la confusión social y jurídica que tanto daño nos hace. Y si queremos que la autocaravana ocupe el lugar que le corresponde en la sociedad, es absolutamente necesario empezar por lo más básico: llamarla por su nombre.
Una autocaravana es una autocaravana.
Un vehículo vivienda, códigos 2448 o 3248........ en la ficha técnica.
Nada más, y nada menos.
✍️ Pedro Ansorena Antón.
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