domingo, 12 de marzo de 2017

Visita a Nicomedes y Eva, un matrimonio de Tenerife que aún mantiene la tradición de vivir de las cabras.

En los últimos años, desde que nos presentó al entrañable matrimonio, nuestro amigo de Arafo, Jose Arcadio, no faltamos a la cita y durante los meses que disfrutamos del invierno en la isla canaria, visitamos varias veces a tal entrañables, que ya se han convertido en amigos. Es un auténtico placer disfrutar de unas horas en su compañía. Tanto Nicomedes como su esposa Eva, nos reciben y nos tratan con una alegría inusitada y siempre que los hacemos una visita, ellos nos agasajan con un plato del buen queso que elaboran y un buen vaso de vino, pero lo mejor para nosotros es su agradable conversación. Conversación de la que aprendemos muchas cosas y en la que Nicomedes alegremente, con entusiasmo y la pausa que caracteriza a los canarios, va desgranando algunos pasajes de su vida, mostrándonos en su conversación la dura vida que le ha tocado vivir y que no tiene nada que ver con la que nosotros conocemos o vivimos ahora y que a algunos de nosotros, por diversos motivos, nos parece peor.

Nicomedes con 82 años, aún mantiene en Chivisaya junto con su perro y amigo Moreno , a más de mil metros de altitud, un rebaño de más de cien cabras con los que comparte la vida los 365 días del año.

Según nos comenta, el es el último eslabón de aquellos pastores que hicieron de Izaña y Las Cañadas del Teide su recurso para sacar adelante a sus descendientes en unos tiempos difíciles donde la ambición y los objetivos se centraban en la subsistencia. La declaración de Las Cañadas del Teide como Parque Nacional y la reforestación de pinos ordenada por el Estado en 1956, fue el motivo por el que personas como Nicomedes tuvieron que trasladar sus rebaños a cotas inferiores, en este caso el paraje de Chivisaya, donde hoy aún mantiene más de un centenar de cabras y en donde sigue cuidando su rebaño junto a su perro Moreno, un pastor garrafiño, que según nos cuenta “vale más que todas las cabras y ha aprendido de él más que su propia mujer que en muchos casos no le hace caso" remarca sonriendo orgulloso de su mejor amigo y empleado, pero sin duda, también de Eva su mujer, a la que define cariñosamente como "La Marquesa".


Nicomedes continua con su interesante conversación, contando que nació hace 82 años en La Orotava, y tras ayudar a su extensa familia en Izaña, se trasladó a los altos del otro valle, el de Las Higueras donde hoy está y donde piensa terminar sus dias. Eva, se queja de que tienen una casa en Arafo, pero que no puede disfrutar de ella "porque no va a dejar solo a este hombre, que no hay manera de apartarlo de sus cabras y su perro".


Nicomedes, entre tragito y traguito, del buen vino blanco que nos ofrece, continúa con su conversación. No recuerda haber tenido enfermedades graves, “apenas he ido al médico”, y agradece “a La Marquesa”, que le siga dejando beber unos cuantos vasos de vino al día, “porque a lo largo de los años que llevo viviendo, me he bebido un río y lo que me queda aún”, afirma con su media sonrisa socarrona.


 Aunque ahora y ya con sus 82 años, Nicomedes, posiblemente como consecuencia de la cantidad de senderos recorridos con sus cabras, tiene que pasar por el quirófano para reponer una prótesis de cadera, ya desgastada , aunque nos cuenta entre sonrisas, que como no puede dejar a sus cabras solas y a su buen amigo "Moreno", va a ver si puede convencer al cirujano para que lo opere en su cabaña.


Su oficio ha sido principalmente el de cabrero, como lo fue el de su padre y casi todos sus otros nueve hermanos (algunos de ellos nacidos en Izaña), aunque también compartió el pastoreo con el trabajo en galerías de agua. Su dilatada vida ha estado ligada siempre a las alturas, ya sea sacando agua de El Hierro, La Palma o Tenerife o pastoreando por los montes y barrancos de Tenerife, un trabajo que compaginó con las cabras hasta los 65 años.


Hace 17 años arrendó una pequeña cabaña y un corral en Chivisaya, a la sombra del pico Cho Marcial, donde mantiene el rebaño de cabras de raza sureña- para “entretenerme” porque la leche, la carne y queso que le dan “solo es para autoabastecimiento y para algún encargo o regalo a los amigos”, haciendo una media de cuatro o cinco quesos al día, que nunca falta en su mesa junto al vino blanco y su agradable y sonriente conversación.


"Aquí lo tengo todo, no hay crisis, solo trabajo y tranquilidad", pero le da pena de que esto de las cabras se acabe, reconoce cierto desconsuelo por el hecho que sus tres hijos, sus cinco nietos y sus tres bisnietos, no hayan seguido la tradición que el heredó de sus padres. Nos sigue contando que, “Hoy los niños nacen con los zapatos puestos"  y que “a mis nietos no le gusta ni la carne ni la leche de cabra, solo yogures y galletitas, alimentos que yo no he probado en mi vida”, tambien nos cuenta con orgullo que uno de sus nietos, Edgar Carballo, es un campeón de España de montain-bike y que el disfruta mucho cuando se acerca por allí y le ve saltar entrenando con su bicicleta, pensando que este para hacer estas cosas, debe de llevar algunos de sus genes y habilidades adquiridas a lo largo de su vida por las montañas.


Nicomedes se levanta cada día sobre las tres de la madrugada para ordeñar y echar el cuajo natural ( que extrae de los estómagos de las cabras o cabritos sacrificados) cuando aun la leche está caliente. Cuando sale el sol recorre con sus animales alrededor de una media de 6 kilómetros diarios en el paraje de Siete Lomas, “aunque ya solo, si puedo, lo hago hacia abajo, no cuando van a la cumbre”, dice mientras se toca la cadera recordando que “la tengo desgastada de mis años de trabajo en las galerías de agua y el pastoreo”.


Para él, el trabajo y el campo, es la fuente de salud y está convencido de vivir 70 años más. “Yo estoy así de bien por lo que camino. Si estuviera sentado todo el día en mi casa de Arafo, hoy no serviría para nada. Estar en casa viendo la televisión no es vivir”, nos cuenta,  sin parecer preocuparle la soledad y el trabajo que realiza a diario.


Para finalizar comentar que Nicomedes ha sido distinguido como personaje singular por los ayuntamientos de Arafo y Candelaria y el año pasado obtuvo el premio Tenerife Rural. Nos comenta”a mí déjense de premios y placas que solo sirven para darle trabajo de limpiarlas " a La Marquesa", que me den de comer y beber y me dejen vivir otros 70 años y después igual me retiro”, comenta con su habitual sonrisa mientras Moreno reagrupa al rebaño con todo el Valle a sus pies.


Gracias Nicomedes y Eva por los buenos ratos que nos habéis regalado, que la vida os otorgue la salud suficiente para vivir unos cuantos años más.

Pedro Ansorena.

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