Como muchas otras cosas , a través del correo del blog más o menos asiduamente recibo comentarios y sugerencias sobe la marcha del blog, la utilidad de éste, los comentarios que en el mismo se hacen, con críticas o reconocimiento a estos, o como en este caso, una reflexión de algunos aspectos que la actualidad de nuestro país nos ofrece. Como creo que el autocaravanismo y su práctica no debe ni puede ser ajeno a los acontecimientos cotidianos que se desarrollan a nuestro alrededor o en nuestro país y las consecuencias de futuro que pueden tener para nuestra actividad. Cuando he leído las reflexiones e inquietudes que este lector del blog me envía y trata de trasmitir, compartiendo éstas, he considerado de interés subirlo al blog para que los lectores de éste puedan conocer una opinión más de las que por ahí nos ofrecen algunos medios sobre una parte de la actualidad de nuestro país.
Pedro Ansorena.
"ESTA MOTO NO ME LA VAN A VENDER".
"Siempre me gustaron las motos. Debe ser algo de familia, pues mi padre siempre tuvo. Viejas glorias de tercera o quinta mano procedentes, en origen, de subastas del ejército o de la policía; la primera, con apenas 18 años una arcaica Indian, luego Velocette, BSA, DKW, BMW . . . . .
Cuando en los años 70 transitaba yo entre la adolescencia y la juventud, los españoles que no fueran muy ricos sólo podían soñar con comprar una moto de fabricación nacional; las europeas menores de una determinada cilindrada no podían cruzar nuestras barreras aduaneras y las japonesas estaban simplemente prohibidas. La casi totalidad de las únicas motos accesibles se fabricaba en Cataluña.
Cuando fui un poco más mayor me enteré de que esto era así para "proteger la industria nacional", y también descubrí que la misma moto fabricada en Cataluña por la que a un español se le pedía un ojo de la cara, se vendía, con acabados y calidades mucho mejores, un 20 o un 30 % más barata en USA, Inglaterra o Alemania.
Aprendí después que lo mismo que sucedía con las motos pasaba con prácticamente cualquier producto manufacturado en España: Textil, confección, maquinaria industrial, máquina herramienta, maquinaria agrícola, electrodomésticos o alimentación. . . . . Y que desde la segunda mitad del siglo XIX y especialmente desde la Guerra de Cuba se había producido un cierre de las aduanas españolas que obligó a los labradores de todo el país a comprar caros sus arados y herramientas (obsoletos y de mala calidad por falta de competencia) a los industriales de las vascongadas y a que en todos los carriles de la red ferroviaria española estén grabadas las letras "AHV" (Altos Hornos de Vizcaya) porque no se podían utilizar otros aunque fueran mucho más baratos.
Se trataba así de crear en España, con el esfuerzo de todos, un tejido industrial que nos permitiera salir del atraso de siglos, polarizándose principalmente ese crecimiento en las Vascongadas y en Cataluña, hacia donde durante el último siglo han convergido, además de las ayudas preferentes del crédito oficial y la inversión en infraestructuras costosísimas como las autopistas, que las han conectado con el resto de Europa 30 o 40 años antes que el resto de las regiones de España, millones de españoles que emigraban dispuestos a dejar su sudor y su sangre para buscar una vida mejor, para enriquecerse, para enriquecerles, para enriquecernos todos.
Y ahora asisto al bochornoso espectáculo de ver en la televisión a un niño catalán, apenas salido del parvulario, gritando que "Espanya ens roba" porque una banda de desalmados lo han convencido de que el IVA que sale de mi bolsillo cuando compro en el supermercado una pizza fabricada en Cataluña no es mío, sino de él y para siempre, confundiendo a una población desesperada por la crisis haciéndoles creer que los impuestos son del fabricante que los recauda y no del consumidor que realmente los paga, y que si consiguieran deshacerse del lastre que les supone, el resto de España podrían vivir en un auténtico paraíso terrenal, sin contarles que en esa situación Cataluña, ni siquiera sería capaz de pagar las pensiones a sus jubilados.
Todo esto es un sinsentido, un insulto a la razón, a la verdad y a la decencia. Pero siendo esto grave, no es lo más importante.
Solo con cerrar los ojos puedo contemplar la playa de Cadaqués tal como la vi por primera vez, y sentirla como mía. Puedo soñar que paseo bajo los inclinados arcos y subo por la escalera del Parque Güell y pensar que cada escalón que piso es un poco mío; saltar al vacío desde la explanada de los azulejos y planear a través de las avenidas hasta llegar a Montjuic, volar muy bajito negociando una a una y de memoria cada una de las curvas del viejo circuito y sentirme como si no hubiera salido de casa.
Puedo acercarme a la ventana y volver a ver, sin estar allí, cómo la cortina de un aguacero otoñal azota los muros de la iglesia de Taull y sorprenderme a mí mismo pensando que va ya para un milenio que cada una de sus piedras viene siendo mía.
Cada uno de los españoles que viven en Cataluña es propietario de una pizca de arena en la Ría de Arosa. De un destello de plata en la tacita de Cádiz. Es dueño de un gorjeo de agua en el Monasterio de Piedra, de un puñado de hierba fresca regalado por la primavera a la dehesa de Extremadura, de una hoja de los centenarios castaños que hunden sus raíces en la telúrica hoya de las Médulas, de uno de los rayos del temprano sol que empuja los últimos jirones de niebla para dejar a la vista el Naranjo de Bulnes, de una de las espigas de Tierra de Campos que mecidas como en olas por el viento pueden hacer creer que en el mes de mayo hay un mar de agua verde en el centro de Castilla.
Aunque, ahora que lo pienso bien, no acaba de quedarme claro si es que todas esas cosas son mías o si más bien soy yo el que es de ellas.
Si las cosas siguen por el camino que algunos quieren hacerlas ir, en los próximos, tristes, tiempos, todos vamos a perder mucho . . . . . de nosotros mismos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario