Desde nuestro "retiro invernal" de Las Islas Canarias, hace apenas unas horas que acabamos de recibir la grata noticia de la dimisión del hasta ahora presidente egipcio Hosni Mubarak y aun estamos emocionados, por lo que amparado por la noche isleña y la bonanza climatica de la terraza de nuestro apartamento, me siento ante el ordenador para intentar trasmitir lo que pensamos sobre la noticia historica de lo que hoy ha ocurrido en el cada vez más complicado e imprevisible mundo en el que vivimos.
En los tiempos actuales no es nada fácil conseguir una cosa de estas y mucho menos en unos tiempos donde salta a la vista en cada uno de los dias que trascurren nuestras vidas un cierto acomodo, dejadez y permisividad de las sociedades occidentales frente a lo que sucede por ahí, no es nada fácil sacudirse y derrocar en 18 dias al que durante más de 30 años nos imponen o nos impone y mucho menos por el pueblo. Tampoco es nada fácil bajar del asiento a quien a través del tiempo se ha consagrado como una persona que mediante el poder que representa y los que le ayudan, tanto internamente como externamente, a ejercer la arbitrariedad y el sometimiento del pueblo que gobierna a su antojo.
Por todo ello y por su valentía, demostrando la sociedad civil egipcia estar por encima de toda la idiosincrasia mundana de analistas y expertos internacionales o de los constantes y demagogos comentarios de los habituales "tribúletes de pesebre", que en ningún caso, como en tantos otros de los acontecimientos de este mundo, no han sido capaces ni de augurar ni tampoco de prever los importantes acontecimientos actuales que se están sucediendo en el mundo árabe, especialmente en un país como Egipto y que ahora, ante lo más que evidente, aun se empeñan en buscarle cuatro patas al gato. ¡EL PUEBLO EGIPCIO SE LO MERECE! no solo este dia, tambien el futuro.
Derrocando al dictador, el pueblo egipcio ha marcado una fecha brillante en su historia ha dado todo un ejemplo a una parte de los ciudadanos de este mundo, que cada dia mas absortos en nuestras vanidades, las que nos parecen el problema mayor de este mundo, demostramos ser impasibles a las cosas que nos rodean, sin darnos cuenta que el poder debe de estar en el pueblo y en las calles y no en los palacios y en los palaciegos.
El primer paso importante ya está dado, aunque es obvio que la tan ansiada transición no es nada fácil, aun falta mucho para conseguir esta y para que en Egipto se consigan unas elecciones democráticas y con ello que se garantice que el pueblo sea quien elige a sus representantes y no los poderosos, como resulta evidente que lo han hecho hasta ahora.
Egipto es un país que conozco desde hace bastantes años, en el país del Nilo he pasado alguna etapa de mi vida de trabajo y de ocio, por ello le tengo un gran aprecio a los egipcios y a su país, siempre he considerado que esta parte de los países árabes (aunque la mayoría de los ciudadanos que he conocido en este país les gusta considerarse egipcios y no árabes) sin perder su identidad, es la más occidentalizada de todos los que he conocido en ese mundo muy diferente al que egoístamente consideramos como nuestro, pero que ya es hora que se comparta.
En este dia tan señalado, recuerdo mis dias de trabajo, cuando aún era joven, conviviendo con los egipcios y personas de diversa nacionalidad, en las polvorientas y calurosas plantas petrolíferas de la península del Sinaí, Wadi Feiran (el valle de los topos), Suez o el lago Ismailía. De esto hace ya algunos años, allá por los años setenta y tantos.
Egipto hacia unos años que habían recuperado el territorio del Sinaí, que les había sido quitado por los Israelíes en la atroz guerra "de los seis dias". Cuantas conversaciones y discusiones junto con nuestros compañeros egipcios Aban, Farid, Hibraim, Human y tantos otros compañeros egipcios en torno a las tradicionales y humeantes teteras, cuantos pecados de juventud, cuantas inquietudes, cuantas dudas, en fin...... cuanta incomprensión y desconocimiento por parte de algunos de nosotros hacia un pueblo que más adelante nos acaba de dar toda una lección, en una época que no es la más propicia para lo que acaban de hacer.
El futuro es de quien o quienes lo buscan, el bienestar que a uno le otorga la libertad, no se consigue por si solo, hay que ganárselo y si hace falta arrebatárselo a quien o quienes nos lo niegan.
Toda una lección, todo un ejemplo. GRACIAS EGIPCIOS.
¡ENHORABUENA!.
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Pedro Ansorena y Senia Bonaechea.
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