En los últimos años, el autocaravanismo se ha disparado, quienes viajen por una autovía o carretera de inmediato lo pueden percibir, la presencia de las autocaravanas es constante. Somos más que nunca. Y eso, que en principio es genial, también nos está trayendo unos cuantos quebraderos de cabeza.
Porque sí viajar en autocaravana es libertad, naturaleza, aventura... también empieza a ser sinónimo de restricciones, saturación, conflictos y tambien un poco de caos legal. Si llevas tiempo en esto, seguro que algo de esto te suena.
¿Qué está pasando?.
👉 1. Resulta evidente que ante la falta de una información en general destinada a la ciudadanía de quienes somos, a que nos dedicamos, que derechos y obligaciones tenemos y que es lo que podemos aportar a la sociedad. Entre otras cosas creo que promueve una falta de reconocimiento por parte de esta y por parte de nuestros administradores públicos en la aplicación de documentos legales que nos asisten, como la instrucción de tráfico PROT 2023/14. Fruto de esto creo que nos encontramos con una situación de restricciones o prohibiciones muchas veces injustificadas que limitan nuestro derecho en la libertad de movimiento. Unidos a que faltan sitios para el aparcamiento, las estancias y los servicios que necesitamos en los lugares de visita.
Las áreas de autocaravanas, aunque cada vez hay más, escasean, y las que hay están a reventar en temporada alta. Muchas veces acabamos en parkings improvisados, con suerte de no llevarnos una multa o una mala cara del vecino, porque otra de las situaciones que padecemos, cada vez más, que cuando un ayuntamiento hace un área, a veces en "el quinto pino", pretende que no nos movamos de allí, cuando los autocaravanistas tenemos un destino allí en donde hay algo que nos interesa ver o disfrutar y nuestro medio de movilidad es nuestro vehículo.
👉 2. Nos encontramos que no existe una unificación de normas y que como resultado cada pueblo y cada alcalde sin mirar más a veces guiado por informaciones erróneas, hace la suya.
Estacionar o pernoctar puede ser legal en un sitio y sancionable a 20 km de distancia. Las normativas cambian de comunidad en comunidad, incluso de municipio en municipio. ¡Y ojo! No siempre están bien señalizadas, a veces se utilizan trucos disuasorios con señalización injustificada o ilegal.
👉 3. Es cierto que Algunos con su comportamiento, sobre todo algunos de aquellos que utilizan vehículos no homologados como vivienda que carecen de espacio interior para ser habitados sin ocupar el espacio exterior (también algunos autocaravanistas) unidos a la dejación de funciones de la autoridad, no ayudan y al final lo pagamos todos.
Tirar aguas grises donde no se debe, sacar sillas como si estuviéramos en un camping, aparcar cruzando el vehículo utilizando varias plazas de aparcamiento o dejar basura en el campo o los sitios que frecuentamos... Son pocos los que lo hacen, pero dejan huella. Y luego vienen las prohibiciones para todos.
👉 4. Inseguridad en ruta.
Robos en áreas poco vigiladas, sustos de noche por personas aguafiestas que aporrean en el vehículo, en lugares apartados o no tan apartados… A veces da la sensación de que vamos demasiado a la aventura, y no siempre es lo ideal.
✅ ¿Y qué necesitamos?.
💡 Más áreas de servicio aunque éstas sean de pago, bien hechas y también mantenidas. Pero sobre todo el reconocimiento del derecho a aparcar fuera de las áreas en cualquier aparcamiento que no dificulte al tráfico, como lo hacen el resto de vehículos de nuestra misma categoría, que para ello también pagamos nuestros impuestos como los demas.
Áreas con lo básico: agua, vaciado, electricidad y tranquilidad. Que no sean cuatro plazas junto a un contenedor. Y si hay que pagar unos euros, ¡pues bienvenidos sean si el sitio lo vale, no hay ningún problema.
💡 Una regulación de rango superior dentro del RGC. como vehículos que somos, clara y para todos y que las ordenanzas municipales en materia de movilidad, respeten la normativa del Estado.
Necesitamos que se unifiquen criterios. Que se distinga bien entre estacionar y acampar. Y que no se nos trate como campistas piratas por dormir en nuestro vehículo catalogado en su ficha técnica como vivienda, legalmente aparcado.
💡 Más cabeza y conciencia.
La libertad que tanto nos gusta tiene un precio: responsabilidad. Si cuidamos los sitios por donde pasamos, si respetamos las normas, si no molestamos, sin duda la imagen del autocaravanismo cambia.
💡 Tecnología que ayude.
Aplicaciones actualizadas, con las medidas de nuestros vehículos, no las que ponen en algunas de las páginas de la red que utilizamos, los usuarios de furgonetas de pequeño tamaño incluso los coches con colchón, que después uno guiado por esas paginas llega allí con una autocaravana de 7 mt y 3 mt de altura y se encuentra atascado sin poder maniobrar. También medios o sensores que nos digan si hay plazas libres, mapas fiables... Todo suma para viajar más tranquilos y organizados.
💡 Apoyo desde los lugares de visita.
El turismo itinerante puede traer vida a zonas rurales, donde no existen infraestructuras para el turismo convencional o es muy costoso realizarlas, sobre todo fuera de temporada. Nosotros solo necesitamos un lugar para aparcar un vehículo lo más próximo a los lugares de destino y una mínima infraestructura para depositar nuestros residuos y cargar agua. Si los ayuntamientos lo ven como una oportunidad y no como un problema, todos ganamos.
🌱 En resumen...
El autocaravanismo no puede seguir creciendo sin control ni respeto. Si no se regula bien, si no nos comportamos con sentido común, si no hay infraestructuras suficientes... acabaremos perdiendo lo que más nos gusta: la libertad de viajar sin complicaciones. Si nos organizamos y nos respetamos unos a otros y en armonía de intereses, todos tenemos cabida y salimos ganando.
Y tú compañero, ¿qué opinas? ¿Has vivido alguna situación complicada en ruta últimamente? ¿Qué echas de menos cuando viajas con tu auto o camper?
Si te apetece déjalo en los comentarios, que entre todos podemos empujar el cambio. Porque este estilo de vida merece cuidarse. Y mucho. Saludos, buen verano y buen viaje.
Pedro Ansorena.
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