Cuando empecé a viajar en autocaravana, a principios de los 2000, las rutas por Francia e Italia me sorprendieron con algo que aquí no conocíamos: las áreas de servicio para autocaravanas. Eran sencillas, prácticas y cercanas a los lugares de interés.
Permitían vaciar el váter químico, descargar aguas grises, llenar el depósito de agua potable y aparcar en plazas adaptadas. Algunas eran gratuitas y otras de pago, pero eso no era lo importante: lo esencial era que ofrecían el servicio que necesitábamos para viajar y visitar lugares.
Por aquella época, en España no existía nada similar. Por eso, cuando me impliqué en la P.A.C.A junto a otros compañeros delegados en distintas regiones, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, uno de nuestros primeros objetivos fue convencer a alcaldes y concejales para que crearan este tipo de áreas: espacios tranquilos, discretos y funcionales, pensados para facilitar el viaje.
✅Primer plano utilizado como modelo para la creación de las áreas de servicio:
✅Los inicios:
En principio, no fue una tarea nada fácil. La falta de referencias claras hacía que muchos responsables municipales dudaran y desconfiaran de lo que le proponíamos.
Además, las autocaravanas se seguían asociando casi exclusivamente a los campings (visión que, a pesar de todo lo trabajado, aún hoy persiste en parte de la sociedad y también en algunos de nuestros administradores públicos).
Con la creación de las primeras áreas municipales —Tui (Pontevedra), Liérganes (Cantabria) y Bermeo (Vizcaya)— se establecieron puntos de referencia y la desconfianza inicial empezó a ceder. Ese fue el punto de partida de lo que hoy tenemos.
Han pasado más de veinte años y hoy contamos con más de 1.200 áreas públicas y privadas repartidas por todo el país, muchas gratuitas y otras de pago. Un avance que, sin duda, ha mejorado la vida de miles de autocaravanistas y ha animado a miles de familias a comprar una autocaravana.
✅Cuando la buena idea se tuerce:
En los últimos tiempos, quizá motivado por cierta resistencia que por extrañas razones o motivos nuestra sociedad manifiesta al asumir nuevas formas de viajar, ha surgido un retroceso preocupante.
Todavía hay quien no acepta ver a estos vehículos —y a sus usuarios— fuera del camping, y esa mentalidad se traslada también a algunos administradores públicos.
En consecuencia, algunos ayuntamientos, al crear un área, aprovechan para prohibir el aparcamiento de autocaravanas en el resto del municipio, incluso sancionando a quien aparque fuera de ese espacio. Ofreciendo una imagen al ciudadano distorsionada de la realidad. Una imagen de que al aparcar nuestros vehículos fuera de las áreas, estamos cometiendo un acto ilegal, una situación que aparte de no ser cierta, es carente de rigor y una injusticia.
Y no solo eso: en muchos casos, las áreas se ubican —como si hubiera algo que ocultar— en las afueras, lejos de los lugares de interés, con escasa o nula conexión con el transporte urbano y, a veces, con capacidad insuficiente para la demanda real.
Hay que tener en cuenta que muchos usuarios de autocaravanas son personas de edad avanzada que, en los últimos años de su vida, han decidido cumplir el sueño que no pudieron realizar durante su etapa laboral: viajar.
Entre ellos, algunos tienen problemas de movilidad. Si las áreas están alejadas, sin buen transporte público, o si al desplazarse con el vehículo para acercarse al destino reciben una sanción, el panorama es desalentador.
La sensación es clara: se nos aparta de la vista. Se nos relega a un espacio periférico y se ignora un derecho que ha sido reconocido hasta en cuatro ocasiones en iniciativas parlamentarias aprobadas en las Cortes Generales —uno de los pilares legislativos del país—, y ratificado en documentos como la instrucción de la DGT PROT 2023/14.
Esta instrucción después del estudio por el órgano competente de las leyes que nos afectan aclara, que el derecho a aparcar en igualdad de condiciones que cualquier otro vehículo de hasta 3.500 kg se mantiene incluso si los ocupantes están dentro del vehículo, siempre que no se viertan líquidos, no se produzcan ruidos y no se saquen elementos al exterior que excedan su perímetro. En ese caso, el vehículo está aparcado y no acampado, por lo que se rige por las normas de tráfico, no por las de acampada.
✅ Del servicio público al negocio controlado:
A este problema se suma la nueva tendencia de algunos ayuntamientos de encargar la instalación de áreas a empresas que usando las ultimas tecnologías, las ubican en recintos cerrados tipo camping, de pago, con control de acceso por tarjeta o reserva online, y que externalizan su gestión como negocio privado. Como el caso de Santander donde se pretende utilizar suelo publico y fondos europeos para crear un área para autocaravanas y después privatizar su gestión.
https://www.facebook.com/share/162gepEnWx/
No se trata de rechazar el pago por un servicio, sino de lo que este modelo implica: un regreso al escenario del turismo tradicional —para eso ya están los campings—, con temporalidad, reservas, horarios y pérdida de espontaneidad.
Precisamente de ese escenario nos alejamos cuando decidimos adquirir una autocaravana.
El estímulo de viajar así está basado en aprovechar mejor el tiempo libre. Una familia que viaja en autocaravana la mayoría de las veces no sabe con certeza dónde pasará la noche: depende de los atractivos o contratiempos que encuentre en su ruta. Cuantas menos ataduras haya en el camino, mejor podrá disfrutar del viaje.
Para cumplir una etapa solo se necesita un lugar discreto y tranquilo donde aparcar, lo más cerca posible del destino o del lugar visitado.
Muchos hemos invertido en una autocaravana precisamente para huir de esas ataduras y recuperar la libertad de movimiento, disfrutando del viaje como actividad principal. Ahora, con la creación de este tipo de áreas ''gueto'', se nos empuja de nuevo al punto de partida.
✅Comodidad vs. libertad:
Si aceptamos sin cuestionar estas áreas de diseño y acceso controlado, estamos renunciando a una parte fundamental de la filosofía autocaravanista.
Durante años hemos defendido que nuestro vehículo es eso: un vehículo, no un producto turístico al margen del Reglamento General de Circulación, que por prejuicios o intereses económicos deba encerrarse en un “redil” vigilado y apartado de su esencia.
Cambiar comodidad por libertad puede parecernos un pequeño sacrificio, pero a la larga es una pérdida de principios difícil de recuperar.
✅La solución está en lo básico:
Lo que necesitamos no son macroáreas periféricas controladas —que, además, con muchas autocaravanas juntas, impactan visualmente y refuerzan el prejuicio que muestran muchos ciudadanos de que pertenecemos a los camping—, sino puntos ecológicos de servicio repartidos por el territorio, al igual que ya se están creando para la recarga de coches eléctricos.
En ellos podríamos hacer vaciados, llenados y mantenimiento básico.
Después, deberíamos poder aparcar o pernoctar en el lugar de destino: en un aparcamiento público, en una zona habilitada o, si es necesario, en un área próxima pero no impuesta. Quienes no respeten las normas deben ser sancionados con las herramientas legales que ya existen. Pero a los que sí cumplimos, que nos dejen en paz.
Ese es el camino para un autocaravanismo que crezca sin perder su esencia.
📌 Recuadro legal: Instrucción PROT 2023/14 de la DGT
La Instrucción PROT 2023/14, emitida por la Dirección General de Tráfico, reafirma que las autocaravanas de hasta 3.500 kg son vehículos a motor y, como tales, tienen derecho a aparcar en las mismas condiciones que cualquier otro vehículo de igual o menor peso.
- No se puede prohibir su estacionamiento en vía pública solo por el hecho de ser autocaravana.
- Las únicas restricciones válidas son las que afectan también a otros vehículos (peso, dimensiones, seguridad vial, etc.).
✅Sentencia del TSJA: ver documento.
✅Modelo de ordenanza recomendado por la FAMP: ver documento.
Las ordenanzas municipales deben respetar estos principios y no imponer zonas exclusivas de aparcamiento para autocaravanas si no existe justificación técnica o de seguridad.
✅En resumen: las iniciativas parlamentarias aprobadas en Las Cortes Generales y las leyes estudiadas por el departamento de normativa y recursos de la DGT. están de nuestro lado. El reto está en que los ayuntamientos las apliquen de forma coherente y no utilicen las áreas como pretexto para a nuestra costa y en nuestro detrimento, alimentar prejuicios o intereses económicos que limiten derechos.
Pedro Ansorena Antón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario