jueves, 23 de junio de 2011

El noble y responsable ejercicio de la dimisión del cargo.

Cuando el trabajo o la gestión asociativa o de otra indole, se hace imposible, el tomar la decisión de dimitir es quizás un acto de responsabilidad y quizás el acto más coherente con uno mismo, aunque sin lugar a duda este siempre te traerá consecuencias e incluso a veces no es tan fácil como alguien puede pensar el desprenderse de la responsabilidad.

Estos pensamiento o reflexiones las hago  porque en el pasado tambien he tenido que tomar esa decisión en algunas ocasiones. Mis pensamientos más cercanos se trasladan a mi responsabilidad en la PACA, como delegado para las relaciones con la administración, de cuyas ocupaciones tomé la decisión de dimitir por la imposibilidad de poder trabajar junto a la entonces junta directiva, en mi opinión, por dejadez o incompetencia de estos. Tambien recuerdo la asamblea de la PACA en Consuegra y la incomprensible actitud de una directiva ( la directiva de Pedro Cerezo) apiñada  ante los socios presentes, socios que demostrarón "traersela al pairo", ante la presentación y aprobación de unas cuentas que por mi implicación sabia sobradamente que no se correspondían con la realidad, situación que con otras cosas, motivó la decisión, no solo de mi ruptura con la junta, tambien la dimisión como representante de la asociación en el Gt-53 Autocaravanas y más adelante mi baja definitiva de la asociación, por la que tanto habia trabajado y me habia implicado.

Paradójicamente después de algún tiempo de haber dimitido y de haber tenido claro que lo que había hecho estaba bien, toda esa cuadrillla demostro lo que era capaz de hacer y tuve que asumir nuevamente responsabilidades, que si no fueron las mismas, si muy parecidas y tuve que hacerlo en contra de lo que pensaba, por haber implicado a terceras personas y estas a las que yo había metido en esto, solicitaron mi ayuda pra intentar salvar lo que se podía, al no poder  retirarse así como así y dejar todo empantanado, con el consiguiente agravio para ellos y su futuro profesional o personal.

Por todo esto y por haberlo vivido en primera persona estas cosas, puedo comprender, la desagradable situación que uno tiene que vivir y superar al tomar la decisión de dimitir de algo en lo que haya asumido responsabilidad y el debate interno que con uno mismo mantiene. Uno cuando se implica y se compromete a trabajar en un proyecto como es el autocaravanismo estoy convencido que la mayoría lo hace con buena fe, quizás pecando un poco de iluso, lo hace porque cree que tiene ideas y capacidad de trabajo, pero sobre todo con la esperanza de contribuir en algo que le mejore colectivamente la vida, el problema comienza cuando para desarrollar una labor tienes que convivir con personas, vamos a llamarlos "infiltradas", que por otra parte en todas partes te las encuentras, que apenas conoces y que buscan sus propios fines, de las cuales comienzas a darte cuenta que en un proyecto de ocio o sin ánimo de lucro como es el autocaravanismo, no todo el mundo tiene la misma implicación, capacidad o disposición, a pesar de que si quieres desarrollar unas ideas o sacar adelante lo que colectivamente te propones, la labor es prácticamente igual que si de las gestiones que realizas te fuese en ello tu salario o tu subsistencia, y lo más triste es que tambien te das cuenta que algunos lo único que al parecer buscan es un amiguismo o compadreo cómplice para conseguir sus fines personales, que no tienen nada que ver con lo colectivo, para ello hacen todo lo que sea o este en sus manos para tratar de complicarle la vida a algunos compañeros o las terceras personas que estos han podido implicar. Si en los proyectos que uno se implica anteponemos, los fines o las ambiciones personales y el amiguismo por encima del trabajo, la implicación o las ideas, mal vamos o mal terminaremos .

Por otra parte tambien comienzas a darte cuenta de que en la mayoría de las acciones en las que has implicado amistades, familia, dinero y mucho de tu tiempo libre o personal y familiar, o cuando más comprometidas sean estas, te encuentras bastante solo o a lo sumo con un par de compañeros que desinteresadamente te dan su ayuda, la mayoria de los compañeros, o no lo consideran, o no les gusta que nadie "saque la cabeza", o no están bastante motivado e implicados o están en otros asuntos que les preocupan más, y por otra parte a la mayoría de los socios parece que estas cosas no van con ellos y da la sensación de que estos,  están asociados  para divertirse y relacionarse entre ellos en las salidas que otros les promueven,  te das cuenta que la mayoría van a su bola. Todos estos elementos que poco a poco se van juntando o acumulando, hacen que te sientas mal, extraño,  o te embaga la sensación y comienzas a darte cuenta de que lo que estas haciendo, no solo por tus interese, tambien por los demás,  no merece  la pena y lo único que haces es el gilipollas.

El mayor debate con tus pensamientos o con las decisiones que a uno lo embargan, lo mantienes cuando eres consciente que lo que haces con tus ideas y tu trabajo, con errores o sin ellos, funciona y esto no es el problema, el problema lo ves o lo sientes en los compañeros de viaje que te has echado, su forma de actuar y la falta de implicación.

¿Por qué las personas que ocupan puestos de responsabilidad?, o mejor dicho, dado que las hay que no dimiten, ¿por qué razón se espera que lo hagan?, no me refiero aquí, claro, a la causa inmediata de la dimisión, al acontecimiento que la desencadena, sino a la razón que explica que en determinados casos se considere algo deseable, incluso ineludible. Pienso que para comprender el problema adecuadamente es imprescindible distinguir el error de la falta moral.

Pero claro, si cuando llegas a esa conclusión ha pasado ya algún tiempo y has convencido o implicado a otras personas con capacidad o poder, para conseguir algo de lo que pretendes, el dar marcha atrás no es tan fácil ya que por encima de todo está tu palabra, tu credibilidad como persona y la implicación de otros. En ese caso y aunque lo medites todas las veces que puedas y por muchos convencimientos que tengas, es complicado dimitir, no por uno mismo y lo que se pueda conseguir, que eso ya te da igual, POR LAS PERSONAS QUE HAS IMPLICADO o por tu propia credibilidad, aunque finalmente, quien tenga moral, esta no le va a permitir continuar mucho tiempo.

En caso de error, el fundamento de la dimisión no descansa, al menos no únicamente, en el reconocimiento de una falta de aptitud para el desempeño del cargo. Por este motivo no dimite nadie, es más, estoy convencido que cuanto más incompetente, inconsciente o inmoral sea uno, más aguanta en el cargo, sino que espera simplemente a ser destituido. La dimisión, por encima de cualquier otra cosa, implica el leal sometimiento a un principio fundamental para el buen funcionamiento de cualquier sociedad, el principio de responsabilidad. Ocurre que ciertos errores especialmente notorios en puestos de responsabilidad demandan que sea el propio protagonista el que se anticipe al cese. Es casi un pacto incluido de forma directa en la aceptación del cargo. Toda prerrogativa lleva implícita de manera esencial una obligación, de tal forma que, incumplida ésta, decae aquella. El reconocimiento de esta circunstancia honra al dimisionario y evita que al descrédito personal se una el moral. Cometer errores es una cosa, carecer de dignidad y de ética, aferrándose al cargo a cualquier precio, otra.

Pedro Ansorena.

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